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DIARIO EL UNIVERSAL / Pablo Gamba / Lunes 03 de Julio
John Petrizzelli le da valor a la fantasía en "Bárbara"
John Petrizzelli le da valor a la fantasía en

Reproducimos esta entrevista al cineasta John Petrizzelli, publicada en el diario El Universal el pasado sábado 01 de julio, con motivo de la exhibición ayer domingo de su más reciente cinta "Bárbara", preestrenada como parte del 11º Ciclo de Cine de la Diversidad.

 

Bárbara, la más reciente película dirigida por John Petrizzelli, será preestrenada mañana domingo en Caracas. Las funciones serán a las 5:00 y 7:30 p.m. en el Trasnocho, como parte del Festival de Cine de la Diversidad.

 

Está previsto que entre en cartelera en noviembre, luego de que sea postulada a festivales internacionales.

 

Alberto Alifa interpreta al personaje del título. Es un travesti que huye de la ciudad al Llano, perseguido por el dueño del cabaret donde trabajaba.

 

En el camino se encuentra con un joven que también está en fuga, debido a que su familia fue asesinada por narcoguerrilleros. Experimenta, además, una transformación que lo lleva a reconectarse con su identidad masculina.

 

La historia está ambientada a finales de la década de los años ochenta. El también guionista de Bárbara, junto con Luis Duque y Rafael Pinto, quiso que fuera así porque le permitía representar un Llano más rural que el actual. También por el problema que representaban en esa época los traficantes de droga en la frontera y sus alrededores.

Buscaba, asimismo, una ambientación retro para la historia.

 

Petrizzelli es uno de los documentalistas más destacados del cine nacional y estrenó en 2012 su primer largometraje de ficción, Er relajo der loro.

 

En relación con Bárbara advierte, en primer lugar, que la historia no tiene nada que ver, ni con la novela de Rómulo Gallegos ni con el clásico del cine mexicano basado en ella, en el que actúa María Félix.

 

“La Doña Bárbara de la historia es un ánima popular de la sabana”, explica. “También hay algunos nombres de personajes del libro que se repiten, pero no hay otro parecido”.

 

¿Por qué la relación entre el travestismo y el Llano?

–Por un contraste de figura, de paleta y de todo lo que quieren decir. La idea era tener a Bárbara, que es un personaje urbano, totalmente nocturno, de espacios cerrados, de un cuarto de pensión con un espejo lleno de imágenes de divas de la canción, y sacarlo al Llano. El Llano de la película es también muy contrastado: hay una sequía muy tremenda, pero también palmares, morichales y río. El paisaje va desnudándose. De los verdes iniciales se va secando, a medida que Bárbara se masculiniza en atuendo y mundo interior.

 

–¿Por qué escogió a Alberto Alifa para el papel?

–Es un hombre muy frágil, muy sensible, y eso ayudaba mucho al personaje. Sin embargo, es un tipo que puede darle fuerza a sus papeles y crear algo sin caer en el estereotipo, lo cual es muy fácil cuando se trata de un travesti.

 

–¿Cómo fue el trabajo para convertirlo en Bárbara?

–Siempre jugamos a crear un personaje muy abajo, nada estridente. Es un poco trágico, patético, con unos aires de grandeza desubicados, que va desnudándose tanto física como psicológicamente, porque su ropa se va rompiendo y se deshace en el Llano. En ese proceso de masculinización, que va del travesti femenino a ser una especie de travesti de Doña Bárbara, también va confesando que nunca llegó a ser nada de lo que decía que era. Aparece como un pájaro vistoso al principio, pero se va quedando sin plumas, y entrega, como hombre, su confesión al personaje que huye con él.

 

–¿Qué es Taguapire, el pueblo al que llegan los personajes en fuga?

–Es un lugar que no existe. El ánima del taguapire sí, y es un árbol mágico. Apareció después de la Guerra Federal o una de esas tantas guerras del siglo XIX. Era una mujer que murió de hambre debajo del árbol, huyendo del conflicto. Alguien se apiada de ella y la entierra allí, y a esa persona le empieza a hacer milagros. Ponerle Taguapire al pueblo donde hay un ánima de Doña Bárbara, me pareció muy adecuado.

 

–¿Existe el ánima de Doña Bárbara?

–La inventé yo, aunque en unas cortes de espiritismo del Llano estuvo alguna vez Doña Bárbara. La tradición de las ánimas está en la película porque son muy importantes en el Llano. Son como la voz del pueblo, que susurra, y es un viento que va corriendo. Se van formando a base de la fe popular que se deposita en alguien que era un ser humano corriente, pero empieza a tener esas características mágico-religiosas de que es bueno y puede hacer milagros.

 

El travestismo es algo que tiene que ver con vivir una fantasía, además.

–Bárbara, como todo travesti, tiene un alter ego, o varios, que son las divas con las que trabaja. Esa posibilidad de vivir una fantasía es lo que le permite continuar, a pesar de sus difíciles circunstancias. Es también el legado que le deja a su compañero de fuga, un joven campesino cuya familia ha sido masacrada por los narcotraficantes pero que tiene la ilusión de ser un luchador enmascarado de lucha libre. Le ayuda a crecer en esa ilusión. Le enseña a valorar eso y que la gente debe tener una razón para luchar por algo diferente.

 

–Un autor no necesariamente comulga con sus personajes. Pero le pregunto: ¿comparte usted esa manera de valorar la fantasía?

–Claro. Yo creo perfectamente en eso.