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DIARIO EL UNIVERSAL / Robert Andrés Gómez (Columna / Martes 01 de Enero
Colaboración: "Corazones ardientes" se exhibe en el marco del Festival de Cine Independiente
Colaboración:
El autor del texto escribe sobre "The Burning Plain" (Corazones ardientes), el debut del guinista Guillermo Arriaga como director
Puzzle familiar El guionista y ahora realizador Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1957) tiene un talento especial -y un gusto-, para escribir historias cruzadas. En sus relatos cinematográficos, el escritor azteca arma una suerte de caleidoscopio emocional que se entreteje de a poco, entre silencios y almas atormentadas. Lo hizo ya con la rompedora Amores perros (2000), con la mesurada 21 gramos (2003) y la ambiciosa Babel (2006), todas ellas en plena colaboración con Alejandro González Iñárritu, director de la famosa trilogía. Pero también en la poco conocida -al menos en Venezuela- Los tres entierros de Melquíades Estrada (2005) que dirigió Tommy Lee Jones. En su debut tras las cámaras con The Burning Plain (Corazones ardientes), Arriaga no ha querido abandonar esa mirada. El pasado que persigue a Sylvia (Charlize Theron) marca el tono de una historia que habla de tragedia y redención. Junto a Sylvia, Gina (Kim Basinger), Mariana (Jennifer Lawrence) y Sophie (Fernanda Romero) cierran los nudos dramáticos en una historia que Arriaga cuenta exclusivamente desde la perspectiva femenina. Por primera vez, Arriaga pone todo el peso de su relato en la mirada femenina. La maternidad, las relaciones madre e hija son el poderoso eje que sostiene todo el andamiaje del film. Los hombres, por su lado, ofrecen el contrapeso necesario a unas mujeres sumergidas en el deseo, el amor y la soledad. Las decisiones y acciones de estas mujeres las conducen irremediablemente de la felicidad al dolor. Mientras Sylvia mantiene a raya a los hombres que se le acercan; Gina huye de un matrimonio rutinario. Mariana inicia una relación a espaldas de sus padres y Sophie marca una severa distancia con su madre. Cada una en su propio tiempo intenta superar su dilema. No obstante, el destino las enfrenta irremediablemente con él Cuando Sylvia parece segura de todo, el pasado regresa para perturbarla. Para Gina, su nueva vida la conduce a la tragedia. A Mariana, el peso de su relación, la lleva a escapar. Y a Sophie, el accidente de su padre la lleva al encuentro de su madre. Arriaga aborda con sutileza un relato donde el dolor y la furia se muestran contenidos. Tanto, que a ratos se clama por el estallido final. Por un fuego abrasador que condene todo a las cenizas, tal es el deseo de los personajes. Pero el Arriaga realizador sigue otra ruta. Apela al silencio, a la distancia. Marca geográficamente la temperatura emocional del film. Y cruza abismos temporales sin que la historia parezca un permanente viaje al pasado. Desde ese camino va construyendo un rompecabezas de rencillas familiares. Arriaga emplea la sexualidad y el cuerpo como expresión de las heridas más allá del deseo. Sylvia apela al sexo como castigo. Como si con ello lograra evadir su responsabilidad. Gina como una manera de reconstruirse a sí misma; y Mariana para tapar el dolor del engaño. Entre todas ellas, lo que buscan es redimirse. Una oportunidad para dejar atrás el pasado. twitter: @cinemathon