Joven actor con atractivo pero sin demasiado talento, convertido en productor independiente y luego contratado por los grandes estudios, hasta encabezar la Paramount, que ayudó a reflotar, Robert Evans, uno de los más carismáticos ejecutivos del Hollywood de los 70, falleció el pasado fin de semana en Los Angeles a los 89 años, una edad a la que seguramente muchos nunca pensaron que llegaría, dadas sus largas aficiones al alcohol y las drogas. Deja tras de sí películas tan emblemáticas como El Padrino / The Godfather, Chanatown, Marathon Man, Cotton Club, El bebé de Rosemary / Rosemary’s Baby, Love Story o Urban Cowboy.

Solo una vez fue nominado personalmente al Oscar, por Chinatown (1974), pero muchas de sus cintas están entre las consideradas mejores de su época, aunque también sufrió fracasos de crítica y público como Sliver. En 2003, el sindicato de productores le entregó su premio de honor. Algunos de los cineastas con los que trabajó le homenajearon estos últimos días, entre ellos Coppola, con quien colaboró en las dos primeras entregas de "El Padrino", proyecto que adoptó como propio.

No contento con escribir su autobiografía, "The Kid Stays in the Picture", luego llevada al cine como documental, Evans quiso seguir siendo protagonista. A los 73 años, estrenó en el canal Comedy Central una serie de dibujos animados para adultos - "Kid Notorius"- de la que fue productor ejecutivo (además de prestar su propia voz a su caricatura), que reflejaba su azarosa vida y sus reflexiones sobre Hollywood.

Con una carrera que combina grandes éxitos con fracasos estrepitosos y una vida personal llena de mujeres (se casó siete veces), lujos, fiestas y una larga dependencia de la cocaína, Evans era sin duda un personaje fascinante, que ya inspiró incluso a amigos y enemigos antes de que se decidiera a publicar él mismo su biografía. Uno de los pocos comparables con las viejas leyendas de la producción en el Hollywood dorado.

Así, por ejemplo Blake Edwards escribió el personaje que interpreta Robert Vaughn en su comedia de 1981 S.O.B. pensando en él, lo mismo que hicieron los guionistas de Mentiras que matan / Wag the Dog, quienes practicamente calcaron su aspecto, vestimenta, peinado, gafas de sol más o menos extravagantes y sus tics para el personaje de productor-estrella que hizo Dustin Hoffman.