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DIARIO EL NACIONAL / EFE / Martes 01 de Enero
“Apocalipsis ahora”: horror a ritmo de valquirias
“Apocalipsis ahora”: horror a ritmo de valquirias
Ayer se cumplieron tres décadas de la presentación de la obra más osada de Francis Ford Coppola / El film ganó dos premios Oscar en 1980
Madrid / EFE.- Convertir la Guerra de Vietnam en una suerte de ópera filosófica ha sido la empresa más ambiciosa de Francis Ford Coppola, que tradujo un rodaje dantesco en una obra maestra de densidad wagneriana bajo el título de Apocalipsis ahora.El 10 de mayo de 1979, el director de El padrino (1972) presentó la cinta en el Festival de Cannes. Demostrada su irregularidad como artista y tras las complicaciones del rodaje, podía esperarse tanto lo mejor como lo peor. Días después, se llevó al Palma de Oro y sentenció: “Ésta no es una película sobre la Guerra de Vietnam, esto es Vietnam”.Trasladar la novela El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, desde el África colonial a la guerra que empantanó al Ejército estadounidense entre 1964 y 1973, había implicado un rodaje de 16 meses, un presupuesto de 30 millones de dólares y 2 años en la sala de montaje. Durante la filmación, Martin Sheen, protagonista del filme, sufrió malaria y un infarto. El director amenazó con suicidarse tres veces y el huracán Olga asoló Filipinas y causó daños importantes en el set de rodaje.Coppola pudo hacer suyas las palabras del coronel Kurtz, uno de los personajes principales de la cinta: “Es imposible para las palabras describir lo que es necesario para aquellos que no saben lo que el horror significa. El horror tiene una cara y uno debe hacerse amigo del horror. El horror y el terror moral son tus amigos. Si no los son, son enemigos a los que hay que temerles. Son enemigos de verdad”.El realizador abrazó el caos e intentó sacar lo mejor de él. Lo tradujo en una visión sofocante de la guerra en la que los soldados, de moral e ideología como mínimo dudosas, luchaban bajo los efectos de las drogas en un país del que nunca había oído hablar.”El Ejército entrena a los jóvenes para matar a otros jóvenes, pero sus comandantes no dejan que los muchachos escriban ‘prostituta’ en sus aviones, ¿sabes por qué? ¡Porque es obsceno!”, arengaba Kurtz desde su reducto de fanatismo selvático.Para encarnar al coronel, un ex boina verde reconvertido en gurú de los vietnamitas, Coppola sabía quién sería el mejor. Pero también sabía que el poderío interpretativo de Marlon Brando beneficiaría tanto el filme como perjudicaría al rodaje.Con 40 kilogramos de más y sin haberse leído ni la novela ni el guión, Brando contribuyó con la condición de clásico de la película con una aparición episódica. Y forzó a Vittorio Storaro a diseñar un juego de iluminación sumamente hermosos –merecedor del Oscar- para no mostrar sus verdaderas dimensiones.El discurso de Kurtz, revelador de la barbarie cometida por el Ejército estadounidense en el país asiático, cerraba desafiante: “Tienes derecho a matarme. Tienes derecho a hacer eso, pero no tienes derecho a juzgarme”.La ubicación y neutralización del coronel subversivo como objeto de la misión del pelotón que lidera Sheen planea sobre éste como una impresión óptica: conforme se acercan Kurtz, su esencia se va tranformando. Su traición empieza a perfilarse como un acto heroico.Hasta ese momento, el personaje de Sheen, el capitán Willard -papel que fue ofrecido a Harvey Leite, Jack Nicholson y Al Pacino-, reflexiona sobre el verdadero sentido de la lucha.Esas escenas fueron eliminadas del montaje final, pero Apocalipsis ahora contiene, además, otras dos escenas que han pasado a la historia: la que describe con lúdica crueldad el sadismo que provoca la guerra con la frase “Me encanta el olor del NAPALM por la mañana” –que justificó la nominación al Oscar de Robert Dubai- y el épico vuelo del escuadrón de helicópteros Huey orquestado por La cabalgata de las Valquirias de Richard Wagner.