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Festival de Cannes
Festival de Cannes
Cabrea Lars von Trier y Loach da un mensaje de esperanza en tiempos de crisis
Llegaron los primeros pesos pesados a la competición, dos cineastas veteranos en la carrera por la Palma que en ambos casos obtuvieron ya. Y -no es casualidad- los programadores combinaron dos títulos de Ken Loach (Looking for Eric) y Lars von Trier (Antichrist) diametralmente opuestos, el primero brillante, humano y divertido, y el segundo provocador, torturado, desagradable y a ratos ridículo. Disfrutar o padecer... he aquí el dilema. A partir de la historia de una pareja (Charlotte Gainsbourg y Willem Daffoe) que acaba de perder a su hijo por un accidente fortuito en casa y se refugia en una cabaña en mitad del bosque para superar el dolor, la pérdida y la distancia que todo eso ha provocado entre ellos, Von Trier da rienda suelta a sus demonios y fantasías, la mayoría más bien oscuras, en un cóctel explosivo entre religión, guerra de sexos, psicoanálisis, sangre, sexo explícito, simbolismos, y un largo etc... Antichrist era sin duda una de las cintas más esperadas del festival y sus pases de prensa fueron realmente provocadores en el sentido más evidente del término: provocaron en algunos risas burlonas, en otros suspiros de incomodidad, ansiedades y abandonos de la sala. Unos pocos al cabo de unas horas la han elogiado, pero la mayoría está lejos de haber sintonizado con el nuevo trabajo de este extraño personaje que nunca toma un avión (vino de sus tierras nórdicas como de costumbre en su furgoneta-caravana), y se da la libertad de expresar en imágenes todo lo que generan sus neuronas sin importarle un carajo lo que el público opine. "He dejado -ha dicho aquí el cineasta nórdico- expresarse a mi imaginación y mi instinto más que al intelecto, dando a la vez bastante libertad a los actores. El guión sólo ocupa 60 páginas y creo que en realidad no llegué a hacerlo yo. Todo empezó hace dos años cuando tenía una profunda depresión, y hacer esta película ha sido mi terapia, muy dura". Von Trier, preguntado tres veces algo parecido a "¿qué habíamos hecho nosotros, espectadores, para merecer esto?" en la rueda de prensa, respondía: "No creo que tenga que excusarme por nada. Son todos ustedes mis invitados y no a la inversa. Yo hago películas para mí. No he realizado Antichrist para ustedes o para un público. No le debo por tanto explicaciones a nadie". Más sosegado, añadía, en relación con el género de su cinta: “Nunca he conseguido hacer una película pura de género, porque siempre tengo la tendencia a añadir cosas personales, ya sea en el melodrama, como Breaking the Waves o la comedia musical, al estilo Dancer in the Dark. Antichrist es, pienso, muy romántica, próxima al universo de Edgar Allan Poe".Mucho más agradable de ver, Looking for Eric es -sin abandonar su cine social- un suave regreso a la comedia para el británico Ken Loach tras varios dramas duros. En ella, siempre de la mano de su guionista de cabecera Paul Laverty, retoma en pantalla otra de sus pasiones personales, el fútbol, y lo hace con un ídolo de los aficionados británicos como cómplice, el francés Eric Cantona, quien se convierte en "guía espiritual" de un tipo no muy afortunado. Se trata de un cartero de Manchester, que no levanta cabeza, agobiado por su incapacidad para controlar a la familia y dar un nuevo aliento a su desertificada vida sentimental. Algunos tienen en lugar preferente un crucifijo. Eric Bishop, el cartero, tiene un poster de su tocayo Cantona... y casi le reza. "Siempre había pensado -dice Loach- que Eric Cantona era un tipo original, brillante, con sustancia y carisma. Nos conocimos y hablamos mucho de fútbol y de la vida, y muchas de sus reflexiones las incorporamos a la película. El tenía contactos con un productor francés, Pascal Caucheteux, al que nosotros conocíamos por haber colaborado con nuestra productora. Nos dijo que Cantona, que ya ha aparecido en algunas películas y es un gran aficionado al cine, tenía interés en hacer una película sobre sus relaciones con los aficionados. Nos pusimos a intercambiar ideas, participó Paul Laverty y así surgió ese otro Eric, del que se convierte en guía espiritual". En tono de humor, el director de Tierra y libertad da una receta para sobrevivir a la crisis, personal y social, que ha sido bien recibida por unos periodistas que aquí en Cannes necesitaban algo de esperanza y sonrisas mientras se limpian la sangre y otros humores humanos que llevan días salpicándoles.