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Nuevos "zombies": Sangre y vísceras manchan el prestigio de la Mostra
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No es criticable que el cineasta siga haciendo sus películas sobre zombies sino que esté en la sección oficial de este decano de los festivales internacionales
¿Quo vadis, Marco Müller? El director de la Mostra de Venecia da este año en su selección saltos más erráticos que los de una plaga de langostas fumigadas con cannabis: De lo sublime (poco) a la nada "gore", como la enésima cinta de muertos vivientes de George A. Romero, un tipo simpático que probablemente cometió el error de su vida cuando en 1968 hizo aquella famosa La noche de los muertos vivientes y no se le ocurrió ir al registro de patentes a inscribir la palabra "zombie" a su nombre. ¿En qué cabeza cabe incluir su nueva Survival of the Dead en la competencia por el León de Oro? Vale para un pase "golfo" de medianoche, pero no para la sección oficial de un festival serio, el decano, para mas inri... La jornada veneciana del miércoles se completó con dos films que exploran momentos históricos de Italia e Irán, Il grande sogno, de Michele Placido, y Zanan bedoone mardan (Mujeres sin hombres), de la iraní exiliada en Norteamérica Shirin Neshat, más interesante el segundo que el primero, aunque tampoco para tirar cohetes. Podría haberse traído Romero a unas cuantas de sus criaturas salidas de la tumba para comerse los cerebros de Müller y sus programadores con vistas a que se los sustituyeran posteriormente por otros algo mejor amueblados. Survival of the Dead no aporta nada ni siquiera al género que inició el cineasta norteamericano, que en edad de estar jubilado pretende convertirse en el Manoel de Oliveira del género de terror aderezado con visceras y sangre. Ha dicho en rueda de prensa que aún le quedan ideas para seguir alargando su saga de zombies, aunque mejor sería decir que "la idea" que tuvo hace cuatro décadas la ha logrado estirar como un chicle relleno de hemoglobina. Francamente por mucho que algunos se empeñen en buscarle significados metafóricos a su cine no resulta serio ponerse a comentar una película así en medio de otras que al menos intentan aportar algún esfuerzo artístico o creativo. Quizás simplemente Müller esté empeñado en "épater le bourgeois", en este caso más bien a los críticos sesudos. Allá él. Al italiano Michele Placido, ex figura de la actuación reconvertida en director irregular, le ha cabreado mucho que le recordaran hoy en rueda de prensa que su nostálgica y más o menos autobiográfica cinta sobre la generación de mayo del 68, Il grande sogno, ha sido como la cinta inaugural Baaria, de Tornatore, financiada por la macrocompañía fílmica de Berlusconi Medusa Films. Ha especificado que a pesar del paso de los años y del fin de las utopías, sigue siendo de izquierdas y ni se le pasaría por la cabeza votar por el Cavaliere, pero -añadimos nosotros- el dinero es el dinero y no es tan importante en tiempos de crisis cuál sea su origen. En lo que a la película en sí se refiere, no aporta nada al microgénero de las ilusiones políticas perdidas, y no pasa de un aprobado bajo. Por su parte, la iraní Neshat -que abandonó su país natal siendo adolescente- regresa a Irán (bueno, para ser exactos y por obvias razones filmó en Marruecos) para contar la historia retrospectiva de cuatro mujeres que intentan defender su individualidad en un país donde se han sucedido los autócratas desde 1953, cuando la CIA organizó un golpe de estado que dio el poder absoluto al Sha, hasta la revolución que lo derrocó y dio paso a otra dictadura, la religiosa de los ayatolah. Esteticamente bello y poético -la debutante directora, a la que ha ayudado en la realización Shoja Azari, es conocida por sus videocreaciones- a este film financiado por Alemania, Francia y Austria le falta algo más de sustancia, pero no es en absoluto desdeñable. Neshat y su equipo comparecieron ante los periodistas ataviados con prendas verdes, el color de la resistencia iraní contra el reciente fraude electoral.