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EL UNIVERSAL / Robert Andrés Gómez / Martes 01 de Enero
Las dos vidas de Sebastián
Columna 35 mm
En Elipsis conviven dos relatos, el de un asalto/secuestro y el de dos amigos tocados por la fortuna y la desventura de distinta manera en tiempos diferentes. En uno y otro el protagonista es el mismo: Sebastián (Edgar Ramírez). Un actor que a lo largo del metraje saborea el éxito y el fracaso. Su referencia más cercana es Galo (Erich Wildpret), quien del fracaso emocional pasa a saborear el éxito profesional. Son dos caras de la misma moneda, pero el peso de los hechos narrados recae en el primero.El Sebastián actor es bastante insustancial, etéreo. Anclado en un éxito repentino y psoteriormente hundido por un escarceo amoroso. Sin motivación aparente para lograr el éxito ni motivación alguna para recuperarlo.El Sebastián que apunta hacia el asalto tiene mayor claridad de motivos: salvar la vida. Cómo conseguirlo es un trabajo con tiempo límite.ASí entre estos dos personajes, a la sazón el mismo, se mueve la ópera prima de Eduardo Arias-Nath. En principio un thriller, en el medio un drama con tintes románticos.Uno y otro se entrelazan en un amplio flashback tras ofrecer como abreboca el evidente asalto a una galería. En medio de ese pasado cinematográfico, la cinta muestra un apego extremo a la palabra. Los personajes de Arias-Nath más que hacer, dicen. En lugar de vivir sus circunstancia los personajes las conversan. ASí, el relato acanza con lentitud sobre el verbo, mientras deja colar bastante información como para mantener la intriga que sostiene la estructura del filmMientras el Sebastián actor disfruta y se lamenta de su suerte; el Sebastián que busca sobrevivir debe sacudirse la inercia gracias a la presencia de un personaje inesperado, pero efectivo. Suerte de diller y matón, Coyote (Seu Jorge) persigue a Sebastián para saldar una deuda y he aquí cuando el thriller se desprende del drama y la cinta comienza a moverse.Aunque clásica, la estructura del film es interesante. No obstante, los extensos diálogos del guión atentan contra ella. Eso y las poco logradas actuaciones del elenco que no consiguen convencer. Mucho de la película remonta con la aparición de Seu Jorge, quien sube el nivel interpretativo al dar vida a un oscuro sofisticado "delincuente".Gaby Espino,por su parte, saca partido de su breve aparición en el film. Elemento clave en el desplome del Sebastián actor, Espino consigue ser retratada mejor que nunca en el cine.La dirección artística del film es impecable. Hermosa en realidad, no obstante, en el marco de la(s) historia(s), la belleza de la cinta luce un tanto estéril, sin sentido dramático.Arias-Nath ha cuidado la forma y descuidado el contenido. El cruce de los destinos de su protagonista y personaje principal es más que interesante, no obstante no consigue amarrar la intensidad de lo que desea contar, probablemente por la ausencia de elipsis o por dejar en el terreno de éstas el destino de su protagonista que a final de cuentas no consigue resolver ni su insustancial sentido de la vida, ni proteger la vida misma. Como sea, el realizador deja entrever un estilo que busca romper el molde y eso en sí es un hallazgo.