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EL NACIONAL / Nerea Dolara / Martes 01 de Enero
Las palabras nunca son suficientes
Las palabras nunca son suficientes
Como parte del Festival de Cine Español llega a la cartelera nacionalLa vida secreta de las palabras , de Isabel Coixet. La cinta fue galardonada con el premio Goya en las categorías de Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guión. Para ISabel Coixet es enormemente difícil hablar de una de sus películas cuando acaba de culminar el rodaje. "Después de dormir, comer, vivir, soñar y respirar las 24 horas con ella, tengo la sensación de que las palabras para describir lo que acabas de hacer nunca harán justicia a la aventura en la que los actores, el equipo y tu, habéis estado embarcados", dice. Aunque no se compare nunca la vinvulación de un director con su cinta a la del espectador con esa misma producción, es muy probable que después de ver La vida secreta de las palabras sí sea una tarea difícil escribir sobre el filme.Para los que no entiendan las razones que sirven de muros entre la expresión escrita y lo que se siente al ver este largometraje, tendrán oportunidad de hacerse una idea. El filme forma parte del Festival de Cine Español que se inció ayer en el país.Las palabras nunca son suficientes. No sirven para expresar la complejidad de lo que se revuelve en el estómago, o en partes aledañas, cuando se ve una película como la protagonizada por Sarah Polley y Tim Robbins. Coixet es una directora, catalana de nacimiento, considerada cineasta de estilo europeo en Estados Unidos y de estilo norteamericano en su continente de origen. Su gran sensibilidad ya había sido demostrada en Mi vida sin míUna plataforma petrolera sirve de escenario para la historia de Hanna, una enfermera solitaria y Josef, un trabajador de aquel lugar que tuvo un accidente, a causa del cual está quemado y temporalemente ciego."Me fascinan las palabras. De todos modos, ellas pueden ocultar cosas; hay gente que se refugia en el silencio y otras que se ocultan con palabras", piensa Coixet. Y así es. Tanto Josef como Hanna encajan en las dos categorías. Uno habla de forma encantadora y la otra calla, con un silencio que encierra un mundo de palabras, recuerdos y sonidos, que no se conocen pero se intuyen.Allí están los dos. En medio del mar. En una plataforma con la que chocan más de 28.000 olas al día. Allí se enfrentan, se temen y se conocen. Allí se liberan de sus miedos y cuentan esas historias que ya no sabían cómo salir del encierro del silencio y que se las arreglan para ser compartidas, una a otra, con una confianza plena y absoluta.En ese sitio viven, sin ningún contacto con el mundo más allá de los extraños, pero entrañables, habitantes de la estructura. Están otros petroleros, un cocinero que para no volverse loco inventa platos de diferentes países cada día, un oceanógrafo y una oca llamada Lisa.Desde siempre Robbins y Polley fueron Josef y Hanna. Los papeles fueron escritos para ellos y desde que se sentaron juntos en una habitación de hotel con Coixet para ensayar por primera vez, la directora lo supo, como lo sabría el espectador luego: "Tim se tendió en el sofá con el guión. Sarah se sentó en un sillón. Y entonces pasó. El milagro. La magia (...)Nunca he presenciado una primera lectura de guión que se acercara tanto a lo que tenía en la cabeza. A cada palabra, a cada silencio, Hanna y Joséf se materializaban en la fría habitación de hotel y el olor a pintura y a moqueta dejaba paso al olor a desinfectante y a mar y a petróleo. Esos dos planetas hechos de diferentes materiales se acercaban hasta quemarse. Y algo que no se puede explicar, pero que tiene un peso que casi se puede tocar, que es la química entre dos actores, se produjo allí mismo".Como se ve, ésta no es una cinta de la que se pueda hacer una sinopsis. Como dice Coixet, es una película en la que no sucede nada. Pero sí sucede y mucho, pero en un plano que va más allá de la acción y de las palabras, incluso de la imagen. Un plano en el que se sumerge el espectador aislado en una plataforma contra la que chocan más de 28.000 olas al día, en medio del mar.