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COLABORACIóN / Luis Sedgwick Báez / Martes 01 de Enero
UN TORONTO ESENCIAL
UN TORONTO ESENCIAL
El autor de este texto ofrece una semblanza de lo visto en el recién Festival de Cine de Toronto
Después de 35 años, un festival de la magnitud de Toronto posee por fin sede propia: el Bell Lighthouse. El complejo, con una fachada exterior tipo arquitectura Bauhaus, fungirá también como sala de cine (tiene 5), de exposición (vendrá la de Tim Burton directamente del MOMA en Nueva York), de conferencia, con su restorán, café y una tienda. Un edifico de condominios está por concluirse al lado. La movida cinematográfica se mudó al downtown de Toronto y es posible apreciar como un complejo transforma el entorno citadino cual museo Guggenheim en Bilbao. Después de los actos de rigor, con la presencia de la familia Reitman que donó 22 millones de dólares canadienses (tanto padre e hijo son directores de cine), se procedió a levantar el telón con una exposición: “Cine esencial” con afiches y memorabilia de los 100 films más importantes en la historia del cine. Mucho me emocionó que en la lista de las 10 mejores figuraran 3 en mi lista: Ladrón de bicicletas, Pater Panchali y La aventura. Fue inaugurado el 12 de septiembre, el mismo día de la muerte de Claude Chabrol y recordé una noche en San Sebastian cuando me pidió, en el Kursal, que me ocupara de su pareja de entonces (también actuó en su film). He observado que la mayoría de los críticos prefieren ver más los films que a las personas. Tanto es así que se muestran escurridizos para evitar el encuentro con tal o cual persona ya sea subiendo o bajando escaleras, en la calle, pues cualquier pausa significaría la pérdida de unos minutos preciosos para llegar a tiempo a ver un film. Además también obvian la oportunidad de conocer en persona, y en las ruedas de prensa a actores y directores altamente reconocidos. Son los adictos por antonomasia. En fin, cada quien con lo suyo. Reseñar 38 films vistos en 10 días no es tarea fácil. Me concentraré en lo más relevante (y en lo no tanto). Este año no fue sorprendente, tampoco lo fue Berlin ni Venecia. Es lo que ofrece el mercado del cine. Pero cada año se repite el mismo dilema: qué film ver pues los programadores, y creo que lo hacen a propósito, colocan los films más interesantes a la misma hora. Esta práctica no falla. Cuatro veces (Italia), de Michaelangelo Frammartino, vino precedido de buena critica (obtuvo un premio en Cannes). Carente de texto narrativo, sin diálogos (se oyen voces en lontananza) apunta hacia la vida rutinaria del campesino en las montañas escarpadas de Calabria: el pastoreo de las cabras, la elaboración del carbón, las festividades religiosas, los cambios de estaciones y una reencarnación, la del anciano pastor que se convierte en una oveja, luego en un gigantesco arbol y finalmente en un bloque de carbón. Casi un documental, original, con humor y un respeto hacia las bondades de la naturaleza. El duque de York , padre de la actual reina Isabel de Gran Bretaña (Colin Firth, estupendo, posible candidato al Oscar) sufría de tartamudez y este impedimento en el habla lo desquiciaba sobre todo cuando debía de pronunciar los discursos. Su comprensiva esposa (Helena Bonham Carter en su mejor actuación desde Las alas de la paloma) lo conmina a buscar un especialista australiano (Geoffrey Rush) para curarle. El experto, sin preámbulos sociales ni de protocolos de clase lo trata de tu a tu y con el tiempo se convierte en su amigo. Para colmo su hermano, Eduardo VII debe de abdicar al pretender casarse con una divorciada americana, Wallis Simpson y “Bertie” como lo tildan sus íntimos, se convierte en el nuevo soberano The King’s Speech (El discurso del rey) (Gran Bretaña), de Tom Hooper, asoma como un film de época, académico en el buen sentido de la palabra, estupendamente actuado y con una trama que subyuga. Es un estudio sobre caracteres, un guión que enfatiza los lineamientos de las clases sociales, en sus costumbres, en sus gestos, en el lenguaje, en la intolerancia hacia el otro y un sentido del deber que prevalece encima de los sentimientos. La dirección de arte merece un elogio aparte. Un film muy aplaudido. 3 (Alemania), de Tom Twyker, analiza, sin prédica moral, los vericuetos de una pareja que se enamora del mismo hombre. Inteligente en su enfoque por tratar temas contemporáneos, pero los protagonistas carecen de carisma físico que al mismo tiempo es la fuerza del film pero por el otro le resta empatía. Roses à crédit (Rosas a crédito) (Francia), de Amos Gitai, con un atractivo casting: Valeria Bruni Tedeschi (hermana de Carla Bruni, la de Sarkozy), Arielle Dombasle (esposa del filósofo Bernard Henri Levy) y Pierre Arditi, fue el único film que me salí recién comenzado y que no voy a comentar, bueno, tampoco tengo base para hacerlo. ¿¡Qué le pasa a Gitai!? Cada nuevo film es peor que el anterior. A los 15 minutos de comenzar la función se vació la sala. Au fond des bois (En el bosque) (Francia), de Benoit Jacquot, es una apreciación sobre el masoquismo en la Francia de 1850 en una pareja, ella de clase acomodada rural, él un vagabundo. Isild Le Besco posee un rostro crudo, ausente de maquillaje que se complementa con la mirada alucinante de su contraparte que capta su voluntad con sus atributos de mago. Ciertas escenas de brujería sangrienta, me hicieron recordar a Taita Boves de Luis Lamata. El film mejora hacia el final. No cabía un alfiler en la sala y Biutiful (España) de Alejandro González Iñárritu se lo merecía. El mejor film que me tocó ver en el TIFF. Javier Bardem (ganador en Cannes como mejor actor, siempre un gran actor) es Uxbal a punto de morir de un cáncer terminal. Su entorno es deprimente: vive con sus hijos separado de su esposa, alcohólica, bipolar y prostituta; trata de apoyar a los inmigrantes ilegales (chinos, africanos) que viven en Barcelona con sueldos sub pagados en la venta de artículos piratas y otros en la construcción. Las coimas a los policías son frecuentes. Con ese panorama como rutina Uxbal pulula entre la sordidez y la violencia siempre al acecho; trata de hacer el bien pero su percepción lo traiciona. Un film trepidante, actual y una brillante puesta en escena. La sala se encontraba un tanto vacía para el nuevo film de Jean Luc Godard. ¿Será que ya a nadie le interesa? Se equivocan, Godard siempre tiene algo nuevo que decir, amén que le gusta experimentar con las nuevas tecnologías disponibles. Film socialismo (Francia) es un titulo críptico como su contenido, ahora que todo el mundo utiliza el vocablo “socialista” a su manera. Filmada en un crucero y en un garaje, el film es un collage de imágenes y frases, algunas asertivas, otras disfuncionales. Quizás en una segunda proyección el espectador pueda armar el rompecabezas de su contenido. De todas formas es un film a ver y de nuestro tiempo. Me abstuve de ver Misterios de Lisboa (Portugal), del chileno Raoul Ruiz, afincado en Francia, pues su duración de 272 minutos me impedía acercarme a otros films. Una pena pues lo respeto. (Recuerdo con fruición una conversación muy ilustrativa con él en Montreal, pues me tocó sentarme a su lado, en una cena). Después supe que había ganado en San Sebastián el premio como mejor director. En mi lista figuraba también La autobiografia de Nicolae Ceausescu (Rumania), de Andrei Ujica, un film muy comentado por los colegas pero me enteré que Almas silenciosas (Rusia) obtuvo el premio Fipresci en Venecia el día anterior. El film de Aleksei Fedorchenko figuró entre lo mejor del TIFF. El director de una fábrica le pide a un amigo y colega que lo acompañe a cremar a su joven esposa siguiendo los ritos de los “merjians”, una etnia de origen finés que se integró a la sociedad rusa hace miles de años pero conservando sus costumbres y es, en estos momentos con atisbos de documental y con la narración en off, que el film adquiere elementos de gran poder evocativo, en las imágenes, en el lenguaje, en la poesía. “Para escribir poesía es necesario ver”, dice el maestro a los alumnos que se inician en un curso de poesía. Es precisamente lo que pretende la protagonista de Poesia (Corea del Sur), de Lee Chandong, en este magnífico y profundo film pletórico de sutilezas (como en Mapa de los sonidos de Tokio de Isabel Coixet). Una abuela (Yung Junghee, impactante) con principios de Alzheimer debe cuidar a su nieto díscolo e involucrado en una violación y se refugia en la poesía para evadir su difícil cotidianeidad. Un estudio sobre el mal, la complacencia ante el crimen, la ética y la moral. Afuera del hotel el sindicato de trabajadores exigiendo compensaciones laborales manifestaban portando pancartas. Martin Sheen, el actor, y hospedado en el hotel, se unió a ellos en solidaridad. Con la presencia de Clint Eastwood (es más pequeño de lo que imaginaba), Matt Damon y Bryce Dallas Howard se presentó Hereafter (El más allá) (EEUU), sobre la historia de un psíquico que posee poderes sobrenaturales para ver a los muertos y oir sus consejos dirigidos a sus familiares en la tierra. Un Eastwood distinto a lo habitual pero importante. Princesas con rostro desfigurado copulando con pescados en medio de la selva, simios que conversan con los humanos (el film sugiere que ellos son también humanos), esposas que aparecen del más allá y se presentan en la mesa para dialogar con sus esposos, eso es lo que vemos en El tio Boommee que puede recordar sus vidas pasadas (Tailandia), del director de culto Apichatpong Weerasethakul (en la rueda de prensa pedía que lo llamaran “Joe”), que obtuvo la Palma de Oro en Cannes. La crítica se mostró dividida, algunos la consideraron una obra maestra, otros lejos de eso. Muchos se levantaron con aires de fastidio (el que estaba sentado a mi lado espetó: “No puedo con este film”). Un film original, con humor, una extraordinaria estética en las imágenes y una mirada compasiva y actual hacia el ser humano. En la Galeria de Arte de Ontario se mostraba una exposición de las obras pictóricas de Julian Schnabel (Un colega colombiano me dijo que la iba a ver pues no podía pasar todo el día metido en una sala de cine). Como director nos trajo Miral (Gran Bretaña), una historia verídica, abordando el tema de una educadora, Hindi Hussein, que logró reunir en la mansión de su familia a los niños desplazados después de la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel y siguiendo los pasos de distintas mujeres a través del tiempo. Un film honesto en su planteamiento pero fallaba en algo y no sabia lo que era al principio. Al día siguiente, una amiga me aclaró mi preocupación: “Es un film demasiado didáctico, como una clase de historia para principiantes, además la fotografía deja mucho que desear”. No lo podía haber dicho mejor. Black Swan (Cisne negro) (EEUU), de Darren Aronofsky, inauguró Venecia y voló, bailando, al TIFF con buena receptividad. Tiene todos los elementos oscarizables: trama, actuación, dirección que gustan a los que otorgan el premio. Como la neurótica y perturbada bailarina a la que le ofrecen el papel supremo del ballet clásico, Natalie Portman exuda talento y sensibilidad corporal en un rol tallado a su medida. Vincent Cassell es el director del cuerpo de baile, autoritario, seductor y convincente. Evité el film de Woody Allen You Will Meet a Tall Dark Stranger (Te encontrarás con un extraño alto y oscuro), pues vendrá, supongo, a Venezuela y me perdí un almuerzo (tenia una manzana verde para compensar) para ver El extraño caso de Angélica (Portugal), de Manoel de Oliveira, que a sus 101 años sigue al pie del cañón, lúcido, filmando en Oporto (donde filmó su primer film en 1931), admirable ante todo por su sentido de pertenencia en el mundo de las ideas, presentes y relevantes y empleando las nuevas tecnologías que ofrece el cine (Aún conservo su carta que me escribió con su puño y letra hace algunos años). Un fotógrafo (Ricardo Trepa, su nieto) es solicitado para captar imágenes de una joven muerta. Cuando se apronta a fotografiarla ella le sonríe y su vida cambia. Al revelar las fotos cada vez que las ve se repite el mismo gesto y no sabemos si es una obsesión o que las partículas energéticas (o cósmicas) se ingenian para que las químicas de ambos cuerpos se fusionen. Se recrimina a De Oliveira que sus actores hablan como si fueran a dar un discurso, pero él dirige de ese modo y en camino a los 102 años dudo que vaya a cambiar. El hockey es el deporte por excelencia en el Canadá. Ganaron medalla de oro en las olimpíadas de invierno en Vancouver este año. El TIFF inauguró su sección de “galas” para el público con Score: A Hockey Musical (Canadá), de Michael McGowan, en el teatro Elgin. Después de una presentación fastidiosísima por parte del director (los de atrás comían cotufas en tobos descomunales y litros de refresco) lo que vimos fue un film simpático, intrascendente, con un bagaje musical sin ninguna melodía que sobresaliera y donde se exaltan las virtudes de la idiosincrasia canadiense. Olivia Newton John, presente en la sala, simpática, pero con un rostro que era la apoteosis del botox (¿porque no aprenden de Vanessa Redgrave, envejecer con dignidad e inteligencia? ¿A engañar a quien?), es la madre de la joven estrella de ese deporte. Mucho me extrañó que la sala estuviera media llena considerando cierto patriotismo. Al salir y subiendo por la calle me encuentro con una cola kilométrica para entrar al auditorio de la universidad Ryerson pues proyectaban Inside Job (EEUU), un documental de Charles Fergusson, narrado por Matt Damon, donde entrevistan a una serie de personajes causantes o no, de la crisis económica mundial. Entre otros films relevantes figuraron Another Year (Otro año), de Mike Leigh, y Never Let Me Go (Nunca me abandones), de Mark Romanek, basado en la famosa novela de Ishiguro, ambos de Gran Bretaña, y Norwegian Word (Japon), de Tran Anh Hung, apoyado en la novela de Murakami y la canción de los Beatles. Se mostraron casi 300 films de 63 países, la lista de actores y directores es extensa, eso es el TIFF.