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COLABORACIóN / Luis Sedgwick Báez / Martes 30 de Septiembre
Alfombra roja en Toronto
Alfombra roja en Toronto

Nuestro amigo y colaborador, Luis Sedgwick Báez, nos habla sobre lo visto en el recien Festival Internacional de Cine de Toronto

 

Primero las estadísticas, que enorgullecen a los directivos del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) y al Festival en sí. De los 5.671 films presentados, se escogieron 393, de 79 países. El film más largo, de 388 minutos, fue From what Is Before (Mula sa kung ano ang noon, Filipinas), de Lav Diaz; y el más corto, de dos minutos, fue Una vida simple (Holanda), de Joris y Marieke. En la sección “De ciudad en ciudad”, Corea del Sur ha sido la favorecida. La idea es traer filmes de ese país para mostrarlos a los espectadores de Toronto. En la sección “Conversaciones”, el público (y los críticos) tuvieron la ocasión de intercambiar puntos de vista con Juliette Binoche, Reese Witherspoon, Richard Gere, Robert Duvall y Denzel Washington. Durante una semana la avenida King se convirtió en peatonal, es la arteria principal del TIFF, todo gira a su alrededor. Durante todo ese tiempo las motos (una plaga en Caracas) brillaban por su ausencia y los viandantes de la ciudad no cruzaban la calle con el semáforo en rojo, aún cuando no circulaba ningún carro.

 

A lo largo del día y de la noche, la gente se apostaba frente a los hoteles de renombre con la ilusión de ver siquiera por unos segundos a alguna estrella que entraba o salía. Los guardaespaldas, los eternos cancerberos de los actores, destacaban con su vestimenta negra y lentes retintos; y su aparataje en los oídos: parecían unos zombies.

 

Casi llego tarde a la función de las 8.30 am pues me había olvidado que el metro, en Toronto, abre a las 9:00 am los días domingo, un exabrupto para la ciudad más importante de Canadá. Sí, no me quise perder Sueño de una noche de verano (A Midsummer Night’s Dream, EEUU), de Julie Taymor (aquella del “Rey León” en Broadway) para admirar y volver a recalcar su extraordinaria imaginación en la puesta en escena, su coreografía visual de particular estética, de este clásico de Shakespeare, filmada cuando se inauguró un teatro en Brooklyn con los espectadores presentes. Puck (el Cupido) es una mujer, un tanto mayor, diminuta, elástica y que actúa como un Marcel Marceau andrógino; Oberon es negro y Titania, tampoco una beldad.

 

Larga (196 minutos, el señor de al lado mío se durmió), lenta (varios espectadores abandonaron la sala) y discursiva, Winter Sleeps (Kis uykusu, Turquía), de Nuri Bilge Ceylan, obtuvo la Palma de Oro en Cannes. Con aires de Ingmar Bergman y de Edward Albee (en el teatro), hace años que no confrontaba un guion con los personajes tan íntimamente descritos en sus emociones. El film es una suerte de catársis emocional y nosotros somos parte de ella. Un antiguo actor vive en la casa heredada de su padre, convertido ahora en hotel. Su esposa, mucho más joven, se dedica a la ayuda social y una hermana convive con el aburrimiento. Todos son frustrados por una razón u otra. Estéticamente admirable, con un conjunto de actores a la altura, filmado en el entorno fantasmagórico de Capadocia, el film ofrece múltiples discusiones e interpretaciones. Es la vida misma en movimiento: un film magnífico.

 

¿Y en cuanto al desempleo en Europa?  Sarah (Marion Cotillard, intensa, sin maquillaje) labora en una planta de celdas solares. Su puesto se tambalea pues el resto de sus colegas debe elegir entre ganar un bono extra de mil euros al mes o eliminar un puesto de trabajo, que sería el de Sarah. Dos días y una noche (Deux jours, une nuit, Bélgica), de los hermanos Dardenne, confronta la odisea de la protagonista en tratar de convencer a sus compañeros, yendo de casa en casa, a que voten por ella para conservar su puesto. Muchos de ellos le sacan el cuerpo pues alegan que necesitan el sueldo. En las respuestas de cada quién afloran toda una gama de actitudes y reacciones ante su petición y que el film los capta con una honestidad a flor de piel.

 

¿Qué le pasa a David  Cronenberg? Una cosa es mostrar la violencia y sexo por doquier, otra cosa es filmarla con ojo morboso y regodeándose en el asunto (algo que varios colegas me dijeron que ocurre en el film de Abel Ferrara Pasolini, que no ví y por ende no puedo emitir opinión). Mapa de las estrellas (Maps of the Stars, EEUU) nos muestra a una actriz en decadencia (Julianne Moore, ganadora en Cannes como mejor actriz) que vive del recuerdo de su madre, también actriz en una época y fallecida en un incendio. Muchas de las escenas son gratuitas y de lugar común. Entre los personajes desfilan padres incestuosos, hijos incestuosos y sicópatas, amén de la consabida crítica a la industria de Hollywood y a sus conspicuos representantes. Un colega canadiense me comentaba que “apreció” cuando uno de los personajes mata a golpes a otro con una estatua del “Genie” (el Oscar del Canadá). No sé cómo interpretar esta aseveración. ¿Una metáfora? Cronenberg es canadiense.

 

Apoyado por un extraordinario guion de Leonardo Padura (el escritor cubano de moda) y de Laurent Cantet, su director, Retorno a Itaca (Retour à Ithaque, Francia) nos transporta a una terraza/techo frente al malecón en La Habana. Varios amigos se reúnen para dar la bienvenida a otro amigo que regresa al país después de 16 años en España. Aquí, como en el film de Nuri Bilge Ceylan, todos los personajes respiran frustración: una médico que gana una miseria y que sobrevive de la remesa que sus hijos de Miami le envían; un pintor que pinta cuadros coloridos para vender a los turistas a precios irrisorios; un ingeniero idealista cuyo hijo quiere irse a vivir al extranjero pero no puede pues carece de dinero; un chulo que negocia bajo cuerda y vive día a día sin preocupación pero vigilado por las autoridades; y el que retorna no se siente realizado en España. Todos ellos hablan a calzón quitado en un desahogo de las emociones. El film es una crítica al sistema imperante en Cuba, sin tapujos, sin contemplaciones, muestra lo que les inculcaron a través del miedo vis-á-vis a lo que viven ahora: ilusiones perdidas, vidas desperdiciadas.

 

Históricamente el film nos ubica en China durante la Revolución Cultural. Un padre disidente es encarcelado, se escapa; su hija, siguiendo los dictámenes del partido lo delata y nuevamente lo apresan. Cuando regresa, después de cumplir su condena, su esposa, que ha sufrido un trauma cerebral y emocional no lo reconoce. Volviendo a casa (Gui lai, China), de Zhang Yimou, es una alegoría sobre las vicisitudes sufridas por el pueblo chino durante ese período de la historia. Gong Li (ex pareja del director) es la madre sufrida, vulnerable, inquebrantable y siempre una presencia luminosa en la pantalla.

 

Leviatán (Rusia), de Andrey Zvyagintsev, es el retrato de la Rusia contemporánea. Desfilan alcaldes corruptos, obsesionados en adquirir terrenos a precios de gallina flaca para luego urbanizarlos o hacerse palacetes donde vivir; con poder se rodean de mafias extorsionando y chantajeando a los que se oponen; burócratas que asumen su función con inercia y el vodka que lo toman como agua. Un film importante (de lo mejor que he visto en el TIFF) por el tema planteado, por su enfoque, un guion lúcido e inteligente, filmado en la costa abrupta y desolada del mar de Barents, con el mar y el cielo infinito donde los actores se expresan con nostalgia y temor al futuro.

 

Me encuentro con Francisco Lombardi, el director de cine peruano en la calle. Tenemos el mismo gusto en los films, hablamos, nos recomendamos mutuamente lo que hemos visto, lo que vamos a ver. Comienza a rodar su nuevo film a fines de septiembre.

 

Hay una frase en el film de Jason Reitman, Hombres, mujeres, niños (Men, Women & Children, EEUU) que es muy indicativa. Un alumno le dice a su profesor “No tengo g.r.”. Al no entender esta frase minimalista, el alumno le explica “no tengo gente real”. El film apunta hacia la conectividad entre los individuos a través de las redes sociales, todos se FB-ean, tweet-ean, chatean, a toda hora, en todo momento. Los padres ven porno, las madres buscan contactos para satisfacer los deseos sexuales que sus maridos les niegan, los adolescentes comparten sus conquistas y las chicas compiten en conquistar al propio. Reitman no moraliza, presenta los hechos tal como son. El film es fiel reflejo del signo de estos tiempos.

 

Mi nueva amiga (Une nouvelle amie, Francia), de Francois Ozon, está basado en una novela de Ruth Rendell y apunta hacia un hombre (Romain Duris) quién, a la muerte de su esposa, decide satisfacer a su yo interior: ser mujer. Con un bebé a cuestas, se viste y se comporta como una mujer. Al principio sólo lo sabe la madrina del bebé pero luego el secreto se hace vox populi. En el trayecto ocurren enredos sexuales, él/ella quiere acostarse con la madrina y con el esposo de ésta. Por momentos parecería que estamos ante una versión de Pedro Almodovar (las situaciones, el travestismo, los ambientes gay de las discotecas) pero Ozon ha sabido mantener un nivel de equilibrio evitando caer en la morbosidad. Con un Romain Duris que asume su papel con dignidad, por momentos cómico, el film carece de un gravitas dramático que podría resaltar el valor del film, pero no creo que ese haya sido el deseo del director.

 

Tanto Julianne Moore como Jennifer Anniston están magníficas, la primera como una paciente precoz de Alzheimer en Still Alice (EEUU), de Richard Glatzer, y la segunda en Cake (EEUU), de Daniel Barnz, como una mujer agria y resentida con el mundo y con ella misma después de haber quedado traumatizada, física y emocionalmente debido a un accidente de carro donde murió su pequeño hijo.

 

Un film inclasificable, en 3D, por el perenne vanguardista del cine Jean Luc Godard, Adiós al lenguaje (Adieu au langage, Francia) es un conversatorio, donde el autor filosofa sobre la cotidianidad, sobre el devenir, una mirada compasiva hacia la naturaleza y hacia los animales, con desnudos excesivos y gratuitos, en fin…

 

De apenas 25  años y con 5 largometrajes a su haber, Xavier Dolan, nacido en Montreal presentó en persona en el espectacular teatro Princesa de Gales Mommy (Canadá), ganador del premio del Jurado en Cannes. Original en el enfoque de un adolescente con problemas de conducta, interno en varios reformatorios sin mejora personal, irascible, violento consigo mismo y con los demás, una madre desquiciada en su comportamiento, la propuesta de Dolan asoma auténtica, cual cinéma verité, fluida, impactante, inteligente.

 

Por curiosidad fui a ver Infiltado (Infiltrant, Holanda), pues su director de quién nada conocía, Shariff Korver, nació en Caracas pero vive en Holanda. Un policía, de origen árabe es encargado de infiltrarse en una mafia marroquí involucrada en drogas de alto calibre. Un respetable primer film, aunque con fallas en la narración: todo ocurre como un hecho cumplido, sin una pausa ni con previa explicación. Su agente me contactó para entrevistarlo, que con mucho gusto lo hubiera hecho, pero fue el último día y seguía al aeropuerto.