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DIARIO EL NACIONAL / Humberto Sánchez Amaya / Miércoles 02 de Agosto
Juan Carlos Lossada: “Cada vez fue más difícil vencer trabas burocráticas”

El gestor público renunció al Centro Nacional Autónomo de Cinematografía en 2016. Asegura que desde que dejó el cargo ha podido expresar con mayor libertad sus opiniones. Fue uno de los firmantes del manifiesto en contra de la constituyente. 

 

 

En tres oportunidades Juan Carlos Lossada ocupó la presidencia del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía: entre 2003 y 2006, de 2007 a 2008 y, finalmente, de 2011 a 2016. Hace un año renunció a su cargo.

 

Sobre su paso por la institución prefiere no hablar de legados. “Creo fervientemente en el trabajo en equipo, no en la práctica personalista”, indica quien también fue presidente  de Amazonia Films.

 

Espera que las nuevas autoridades respeten la Ley de Cinematografía Nacional. “También harían muy bien poniéndose al día con los compromisos internacionales acumulados que tiene pendiente el país en los distintos programas cinematográficos de los que forma parte, cuyos impagos provocaron que muchos estudiantes tuvieran que regresarse a Venezuela o que varias coproducciones se hayan estancado”.

 

—¿Por qué renunció?

— Cada vez fue más difícil vencer trabas burocráticas con el ministerio. La última gestión en el CNAC supuso mucho desgaste de mi salud. Fui intervenido quirúrgicamente de gravedad dos veces. También influyeron circunstancias coyunturales políticas muy ásperas. Entre 2013 y 2014 quisieron adscribir el CNAC al Ministerio de Comunicación e Información, pero nos opusimos con determinación al convocar a gremios del país y representantes de las redes populares de cine de cada estado.

 

—¿Cómo fueron las relaciones con el Ministerio de Cultura?

—Trabajé con seis ministros de cultura y obviamente con cada uno fue distinto. Con algunos de ellos -dos particularmente- la relación fue tremendamente positiva, pero tristemente con otros fue muy lamentable. No lo digo solo por la relación con ellos, sino por los resultados inexistentes o erráticos de sus gestiones. 

 

—¿Podría decir con cuáles ministros la relación fue lamentable? 

—Un personaje para olvidar llamado Héctor Soto, con una gestión verdaderamente cuestionable y comisarial. El otro es Freddy Ñáñez, quien tras haber hecho un magnifico trabajo en Fundarte, prácticamente paralizó al ministerio con trabas burocráticas a muchos procesos de las distintas áreas de la cultura. Incumplió múltiples compromisos como pago de becas y manutenciones a jóvenes estudiantes de cine en distintos países y cuotas de membresías internacionales que los ministros anteriores sí atendieron.

 

—¿Cómo fueron las relaciones con la Villa del Cine?

—Fluctuantes, disparejas. En algunas etapas fueron muy positivas y complementarias con las políticas de fomento cinematográfico del CNAC en su rol de ente rector por ley, pero en otras francamente insostenibles

 

¿Qué lo motivó a firmar el documento en contra de la constituyente?

—El deterioro absoluto del Estado de Derecho. El descarado y desproporcionado uso de la fuerza pública ante las manifestaciones de protesta ciudadana. La acusación de traidor a la patria y de terrorista a todo aquel que piense distinto. La burla al país al omitirse la imprescindible consulta previa al pueblo para que éste decidiese si autoriza o no una constituyente, así como sus bases, que en ningún caso pueden ser como el Gobierno ha hecho, supresoras del principio constitucional de elección directa. Es inaceptable que se hagan elecciones corporativas. Es una regresión no solo respecto del enorme terreno ganado con la Constitución de 1999, sino que es una burla a la Constitución de 1947 que, al hacer presidente a Rómulo Gallegos, logró por primera vez el voto no discriminatorio en nuestro país, cuando pudieron votar las mujeres y los connacionales que no sabían leer ni escribir. Ahora se trazó como objetivo asignar cupos a sectores. Esto no solo es una violación ramplona de la Carta Magna, una regresión republicana, sino una burla y un fraude al pueblo venezolano.

 

¿En qué momento decide expresar públicamente sus posiciones políticas?

—Las veces que creí necesario fijar una posición personal en privado junto a mis jefes o compañeros de trabajo, o pública respecto de un asunto que mi conciencia me exigió, lo hice. Quienes me conocen lo saben perfectamente, no puedo permanecer indiferente frente a algo que no comparta. Desde que dejé la administración pública, he podido naturalmente asumir con mayor libertad mis opiniones. Creo que el momento nacional exige que todas las voces sean escuchadas.

 

Muchos catalogan la promulgación de la Ley de Cine como un gran avance, sin embargo, se impulsa una reforma. 

—Las leyes envejecen, es normal que se deban actualizar, remozar, mejorar. Sin duda, de la de 1993 a la de 2005 hubo importantes mejoras, como por ejemplo la creación de Fonprocine, sin el cual hubiera sido imposible alcanzar el crecimiento de la producción que se logró en Venezuela en esos años.

 

Sin duda hay que actualizar esa normativa, y para ello, tal como se ha hecho siempre en este sector de la vida nacional, va a ser indispensable la participación y la consulta a los distintos sectores involucrados de la industria y también a los sectores que conciben al cine como lo que también es, expresión del arte, como elemento indisoluble de la cultura.    

 

Hubo muchas críticas con respecto a su figura. Incluso, hay quienes aseguran que hubo favoritismo con respecto al financiamiento de películas. Es decir, facilidades a aquellos cineastas que usted consideraba entre sus partidarios. ¿Qué opina?

—Siempre habrá gente que opine a favor o en contra de alguien o de una gestión. Casi nunca las unanimidades son buenas, ni en un sentido ni en otro, y menos en este sector de la creación. Creo que más que las opiniones, que tienen el mérito que les corresponda, lo verdaderamente importante son los resultados, tanto los materiales como los inmateriales. Sí puedo afirmar que el único favoritismo que adrede impulsamos fue hacia el conjunto del país, entero, el país diverso, plural, en contraste con el país de los bandos, de las polarizaciones. Intentamos hacer una gestión en que nadie fuera excluido por razones de preferencia política, religiosa, sexual, raza o cualquier otro resabio. Por fortuna, no le corresponde a quien dirija al CNAC decidir qué películas se hacen y cuáles no, el presidente del instituto no tiene ese poder, sino que tal responsabilidad la comparten en su diversidad los distintos sectores del cine en el país, tanto el público como el privado, que integran las comisiones de selección de proyectos.

 

¿Qué lugar ocupa en este momento el cine venezolano en la región?

—Algunas películas venezolanas han obtenido buenos reconocimientos internacionales recientemente y eso hay que ponerlo mucho en valor porque cada vez se hace más difícil hacer cine en Venezuela por los altísimos costos producto de la inflación y por las condiciones de profunda inestabilidad nacional. En todo caso, creo que el cine venezolano ha sido uno de los mejores embajadores del buen nombre del país noble y creativo que es Venezuela, y que le reporta internacionalmente motivos de alegría en momentos de tanto sufrimiento e inquietud como los que se viven actualmente.

 

Asegura que el cronograma de estrenos cinematográficos ayudó,  entre otras cosas, a aumentar los índices de audiencia del cine nacional en su mejor etapa. ¿Cuál considera fue la mejor época del cine venezolano?

—Los años 2013 y 2014 fueron descollantes en cuanto a producción cinematográfica, coproducciones con América Latina, premios internacionales en festivales clase A, becas otorgadas para estudiar cine, número de festivales regionales en todo el país, cientos de producciones audiovisuales comunitarias y los mayores índices de audiencia en las salas de cine de toda nuestra historia. Se alcanzaron porcentajes de cine nacional vistos en salas más altos de Latinoamérica, para ese entonces de 10 a 16%. Sé que hoy en día se roza el 1%.

 

¿Considera que hay cineastas que se censuran en Venezuela?

​—No lo sé, no me atrevería a afirmarlo ni a negarlo.

 

Como el sistema de orquestas 

Juan Carlos Lossada destaca la labor de formación que se llevó a cabo durante su rol como presidente del CNAC. “En  8 años otorgamos casi 800 becas para estudiar cine, la mitad de ellas en Venezuela y la otra para hacerlo en el exterior”.

 

También recuerda la importancia del apoyo que desde distintos sectores del gremio hubo a la Ley de Cine en 2005. “Logramos entre todos un impulso extraordinario que permitió una etapa frondosa de nuestra cinematografía”. Enumera el fondo de bienestar social para trabajadores independientes del cine, así como el impulso a óperas primas “sin descuidar a las generaciones intermedias ni tampoco a los maestros fundadores” y las campañas de promoción de las obras, el sello editorial del centro, el sistema nacional de festivales. “Creamos el cronograma de estrenos cinematográficos nacionales, que permitió darle racionalidad y concepción estratégica al lanzamiento en cartelera”, dice.

 

Lamenta, entre otras cosas, que no se haya completado la conformación de las unidades de producción audiovisual comunitarias y de las redes populares de cine en todo el país en lo que a formación, producción y dotación de equipos respecta. “Así como fue creado el sistema de orquestas, pudiera conformarse también un modelo similar en el área audiovisual”.

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