Noticias
DIARIO EL NACIONAL / Carlos Faigl / Martes 01 de Enero
Nicolás Sidorkovs, un boleto a los viejos cines de Caracas
Nicolás Sidorkovs, un boleto a los viejos cines de Caracas
El arquitecto se ha dedicado a revivir la época de laciudad en al que para ver una película había que ir de etiqueta
Nicolás Sidorkovs es un acomodador, conlinterna, en la sala donde proyecta la historia de los viejos cines de Caracas, aquellos que quedaban en la calle, tenían telón y se iba en traje de gala. Son pocos los edificios de esos años que quedan en pie; sin embargo, existe un amplio registro que elaboró el qrquitecto en su afán por mantener viva la memoria de la infraestructuira del entretenimiento de la ciudad.Su conocimiento del séptimo arte es superado por la pasión hacia la asquitectura majestuosa que tuvieron muchos de esos espacios, en los que el solo hecho de estar en la antesala recreaba. Es una admiración que tuvo desde la infancia, cuando el lujoso lobby del cine Boyacá, que estuvo en al avenida Lecuna, lo dejó sin palabras. "estaba acostumbrado a ver los modestos edificios de Campo Claro, por eso cuando entré al Boyacá quedé extasiado con los murales dorados y negros, las bóvedas iluminadas y un zócalo negro que había en la mitad del foyer, Mi impresión fue tal, que cuando llegamos a la casa mi papá le contó a mamá", recurda.Contrario a lo que la mayoría de las personas aprecian de ir al cine, una buena película en la oscuridad, Sidorkovs hallaba la diversión antes y después de la proyección, cuando las luces de aquellas viejas salas estaban encendidas, y podía contar las butacas y ver los espacios. Se formaba el arquitecto."Frente a mi casa estaban construyendo un edificio y al lado, al lado como parte de la misma obra, vi que había un espacio que no tenía columnas y estaba inclinado; inmediato supe que era un patio para cine. Era el cine La Carlota", relata.Aquella admiración infantil por las salas se convirtió en el leiy motiv del Sidorkovs adulto, quien, como para saldar una deuda consigo, dedicó 5 años a una investigación que concluyó en 1994 con la publicación del libro Los cines de Caracas en el tiempo de los cines.Con el trabajo, el arquitecto no sólo revivió los pormenores de 36 edificios, algunos considerados por él hitos de la arquitectura cinematográfica, en los cuales los caraqueños disfrutaron del séptimo arte entre 1925 y 1960, sino que reconstruyó fielmente en maquetas los detalles interiores y externos de 11 de las edificiaciones: Principal, Continental, Hollywood, Lido, Imperial, Apolo, Castellana y Metropolitano, las cuales se encuentran en el parque temático dedicado al cine La Montaña de los Sueños, en Mérida; mientras que las de Broadway, Radio City y Boyacá, los que llama los "cines de la infancia", permanecen en su estudio en Parque Central, junto a otros tesoros de su otra pasión, la ópera.Como un compromiso con la memoria de la ciudad, Sidorkovs continúa sus investigaciones sobre la infraestructura del entretenimiento. A partir de precarias fotografías y relatos escritos, realiza la maqueta del primer teatro de la ciudad, llamado Caracas, construido en 1853 enla zona donde se encuentra ahora la esquina de San Francisco.Tiene pendiente redescubrir el cine La Carlota, que vio construir en su infancia pero que no pudo ir a visitar el día de la inuguración debido a que la película que proyectaron, Historias romanas, era clase C, y él tenía 12 años.El fin de las salas. Es inevitable hablar con Sidorkovs y no preguntarle las razones por las cuales la ciudad desechó de un momento a otro los cines de acera, que entre 1955 y 1960, llegaron a ser, aproximadamente, 80.El experto enumera. En primer lugar, la incursión de la televisión en 1952 ofreció la ventaja de divertirse gratis, sólo con una inversión para la compra del aparato. Luego, a finales de la década aparece la primera sala de cine dentro de un centro comercial, en La California, y en los próximos años, construyen el Centro COmercial Chacaito, que ofrecía la comodidad del estacionamiento en una época en la que la ciudad era pensada para los vehículos. También influyó la inseguridad. Al final los cines se vieron derrotados por las grandes cadenas multiplex y cerraron sus puertas. Algunos que merecía permanecer en pie por sus valores arquitectónicos fueron demilos para la construcción de nuevos edificios, otros cedieron sus butacas de terciopelos a feligreses de la iglesia Para de Sufrir, como el Teatro del Este y Broadway y sólo unos pocos siguen proyectando películas a una reducida clientela, como el Continental, Teatro Ayacucho y Urdantea, que exhibe sólo filmes pornográficos.Ahora que los ciudadanos parecen tener la voluntad de recuperar las actividades en las aceras, como antes, los viejos cines no están, Al menos existe la convicción de que fue una época mágica y que los caraqueños la disfrutaron.