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Vidas, emociones y reencuentros en una Berlinale muy internacional
Vidas, emociones y reencuentros en una Berlinale muy internacional
El francés Bouchared con una historia sobre los atentados londinenses, reunión de Pfeiffer y Frears y un Kaige operático, la oferta del día martes
Continúan las historias de pareja, algunas con moralejas evidentes, surcando las pantallas de la 59 Berlinale. Este martes fue el drama bipersonal London River, inspirado por los atentados integristas en Londres, el más aplaudido, frente al interesante pero no redondo reencuentro de Stephen Frears y Michelle Pfeiffer en Cheri, y el plúmbeo musical operístico chino Mei Lanfang, de Chen Kaige. El francés de origen argelino Rachid Bouchareb, cuya categoría como cineasta se reconoció internacionalmente con su anterior película, Indigènes (2006), vuelve a insistir con London River en el racismo latente en la sociedad occidental y el enfrentamiento de las culturas y las religiones, impulsada por sectores ávidos de poder y carentes de escrúpulos humanos. Y sin embargo, en la moraleja evidente de este drama sobre un africano musulmán residente en Francia (el alto y delgado Sotigui Kouyate) y una viuda británica residente en una pequeña isla del canal de la Mancha (Brenda Blethyn), que coinciden en Londres tras los atentados con bombas en la red del transporte urbano de la capital del Reino Unido, en los que sus respectivos retoños -estudiantes en la gran ciudad- han desaparecido. Tras los primeros prejuicios y desconfianzas, esta "extraña pareja" va a constatar que la hija de ella y el hijo de él tenían una relación que sus progenitores ignoraban, y concluyen que son mucho más poderosas las cosas que les unen que las que les separan. El amor, los lazos familiares y el dolor de la pérdida nos igualan a todos. Sin caer en la obviedad, el moralismo y lo lacrimógeno, Bouchareb deja traslucir un mensaje claro ayudado por la solidez de sus protagonistas, y especialmente de una Blenda Blethyn una vez más en estado de gracia, que bien podría ser reconocida en el palmarés final el próximo sábado. (En la foto: los actores y el director) Algo más frío dejó al personal Cheri, adaptación de una obra de Colette por parte de Stephen Frears, que sirve para reunir no sólo -como se ha dicho- al director y la protagonista de Las relaciones peligrosas, sino a un tercer importante profesional, el guionista Christopher Hampton, quien también participó en la conocida cinta de intrigas eróticas. Una Michelle Pfeiffer que ha recuperado peso y belleza frente a algunas interpretaciones no tan lejanas interpreta a la cortesana que en los años 20 mantiene una apasionada "liaison" con el hijo de una amiga, al que dobla en edad. Esa relación adictiva y para la moral tradicional imposible acabará en un desenlace sangriento. La cinta de Frears se deja ver, pero está lejos de sus más destacados trabajos. Aunque la presencia aquí de una relajada y encantadora Pfeiffer, quien subrayó que hoy en día una relación como la de la película ya ha dejado de ser "imposible" y que conoce a parejas disparejas en edad y plenamente felices, contribuyó a despertar el interés mediático de la presentación. La píldora más difícil de tragar fue Mei Lanfang, "biopic" sobre una gloria de la ópera china en la primera mitad del siglo XX, con la que Chen Kaige intenta infructuosamente repetir la magnificencia y la emoción de su obra maestra, Adiós a mi concubina. Sin duda la vida del célebre cantante chino que se negó a actuar ante los invasores japoneses y fue aplaudido por la flor y nata del naciente Hollywood cuando actuó en Estados Unidos era un interesante punto de partida, pero el cineasta chino se deja llevar por el manierismo y su amor a la ópera china, y nos castiga con más de dos horas de metraje en el que dominan las lujosas actuaciones con espectaculares trajes, música repetitiva y voces afeminadas como la del propio Lanfang. Mucha gente abandonó la sala en busca de un poco de frío aire puro en la Potsdamerplatz.