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WWW.NOTICINE.COM / E.E. / Martes 01 de Enero
"Baaria", grandilocuente debut para un Mostra que lucha por su protagonismo
Por primera vez en mucho tiempo, una película italiana inaugura este festival que estuvo a punto de ser boicoteado por buena parte de los cineasta italianos
El año pasado los paparazzi se aburrieron buscando famosos, esos a los que la Mostra de Venecia les tenía acostumbrados en ediciones anteriores. Su director, Marco Müller, tomó nota, y parece que este 2009 habrá más carnaza para los teleobjetivos, pero -por primera vez en mucho tiempo- ha sido una película italiana la encargada de abrir el festival este miércoles, Baaria, la esperada película-río-saga familiar de Giuseppe Tornatore, hermosa en la forma pero excesiva en metraje, personajes, subtramas y sentimentalismos. No deja de ser una ironía que el magno fresco histórico del director de Cinema Paradiso, cuya acción se desarrolla desde la ascensión del fascismo hasta casi la época actual en una pequeña localidad siciliana (reconstruida en Túnez), abra un festival que estuvo cerca de ser boicoteado por buena parte de los cineastas italianos por culpa de la drástica reducción de las ayudas al Séptimo Arte por parte del gobierno Berlusconi. Y ello cuando tiene entre sus productoras... a una empresa del mismísimo primer ministro, famoso por sus operaciones de estética, alegres fiestas privadas y un imperio mediático que le ha dado el poder político. Sí, Medusa Films ha participado de manera destacada en los alrededor de 25 millones de euros de presupuesto de Baaria, en la que Tornatore ha dispuesto de todo lo deseable: 200 personajes con diálogos, 35.000 extras, 200 técnicos en la filmación y -salvo error de imprenta- 1.400 músicos para interpretar la banda sonora del maestro Ennio Morricone, quien ya compuso sus previas cintas. Curiosamente, el cineasta italiano no ha cedido a condicionantes comerciales, aparte de su estilo sentimental con pretensiones de emocionar que no siempre logra, y que pasa de soslayo sobre las imágenes más negativas de su tierra siciliana , obviamente la mafia y la corrupción política. Su más ambiciosa producción hasta la fecha no es que no esté hablada en inglés, sino que ni siquiera se rodó en italiano, sino en dialecto siciliano, que requiere de subtítulos en la lengua de Dante para los peninsulares. El reparto tampoco le hace guiños a la taquilla. Los protagonistas principales son dos actores apenas conocidos fuera: Francesco Scianna y la modelo de familia siciliana Margareth Madé (ambos escoltando a Tornatore en la foto), en su debut ante la cámara. Hay sin embargo en tan amplio reparto espacio para rostros más conocidos, como el de Monica Bellucci, que apenas se ve, la española Angela Molina, Michele Placido o Enrico Lo Verso. Baaria, La porta del vento, que recibe su título del nombre del pueblo natal del realizador y guionista, Bagheria, muestra la evolución de una familia de ideas comunistas a través de tres generaciones y dos horas y media de duración, que provocaron las ausencias de algunos críticos poco pacientes. Con Baaria ha arrancado una Mostra que enfrenta con la única ventaja de su privilegiado marco la competencia del resto de los festivales importantes del mundo, especialmente el de Toronto con el que se pisa en el calendario y comparte destacados títulos. Pero allí se mueve mucho más dinero, hay un mercado privilegiado, bastantes más estrenos mundiales y famosos. No es lo mismo ver a una estrella de Hollywood navegando por la laguna que con bufanda en Canadá, pero Müller no acaba de comulgar del todo con el glamour, le provoca bastante más el cine de autor, y para colmo su presupuesto ha sufrido también los efectos de la crisis. Fuera de concurso, se ha proyectado también este miércoles la española de terror [REC] 2, de los catalanes Balagueró y Plaza, secuela -o continuación, porque la acción arranca pocos minutos después de la primera entrega- del film grabado con cámara subjetiva sobre un equipo de televisión encerrado en un lugar repleto de peligrosos zombies que tuvo su première mundial precisamente aquí en el Lido veneciano.