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NEW YORK FILM FESTIVAL / Javier Guerrero, New York University/ Gran Cine / Martes 01 de Enero
El cuento de hadas revisitado
El cuento de hadas revisitado
Una nueva película de la cineasta francesa Catherine Breillat se presentó en el New York Film Festival
Foto: Javier Guerrero.Nuevamente, un film de Catherine Breillat llega al New York Film Festival. En la edición del 2007, la cineasta presentó su película Une vieille maîtresse —cuyo título en inglés fue The Last Mistress, La última amante—. El film recibió valoraciones críticas dispares; algunas entusiastas, otras definitivamente lapidarias. El festival de cine de Nueva York se caracteriza por hacer todo lo posible para que los cineastas estén presentes en el evento. Una vez más veo a Catherine Breillat. Entra, luego de ser presentada por uno de los integrantes del comité de selección. No usa bastón como en el 2007. Sin embargo, camina con notable dificultad hasta llegar al podio. Su cuerpo luce rígido. Agradece, con un acento francés endemoniado, que hayan invitado a la película a participar. Especialmente extiende su agradecimiento a Richard Peña, director artístico del evento, por tener en cuenta sus películas. Cuando pronuncia estas palabras se siente como si las circulara por un rencor oculto. Seguido, dice que en Francia es considerada la peor directora mujer de estos tiempos. Breillat confiesa el rencor que intuí en sus palabras. No espero mucho de Barbe-bleu (Barba azul), la película que en esta ocasión presenta la directora francesa. Concuerdo con parte de la critica que su Une vieille maîtresse está lejos de la provocación que han marcado las películas de Breillat —especialmente de À ma soeur!—. Barbe-bleu versiona el cuento homónimo de Charles Perrault. Dos niñas llegan a un lugar, una especie de ático, al cual les está prohibido entrar. Son hermanas. Una de ellas, la menor, encuentra el libro de Perrault y se dispone a leer uno de los relatos. La mayor escoge “Barba azul”. El film, entonces, comienza a representar el cuento que está siendo relatado por la niña menor. En ocasiones alterna con las narradoras diegéticas, quienes comentan la historia. El film maneja dos niveles narrativos. Uno de los primeros aspectos que llama la atención del film es la dirección de arte (fotografía, vestuario, escenografía). Como en Une vieille maîtresse, la película no pretende ocultar el artificio. No propone ser verosímil ni tampoco emular una estética integral. Por el contrario, exhibe con destreza su artificialidad. Sólo desea ubicar la fábula en el siglo XVI. Breillat usa pocos elementos, el castillo es quizá el único elemento medieval del film. Ni el vestuario ni los decorados pretenden hacernos sentir que estamos en la edad media. Con sutileza, representa un período histórico pero no se interesa en recrear una época. El vestuario es visiblemente nuevo, confeccionado, al igual que el resto de los elementos de arte. Queda claro que es una representación: sigue sus reglas pero, a la vez, nos invita a tomar distancia. Por otro lado, tampoco el film intenta llevar a cabo una representación épica, la cual suele imponerse al seguir el género. Por ejemplo, para las diversas escenas en que vemos a los personajes subiendo las escaleras de la torre del castillo, la directora usa un único plano. Su repetición da la sensación de que el personaje continúa el ascenso. Pero resulta fácil descubrir el truco. La representación queda al desnudo. No se esconde el artificio pero tampoco se violan las reglas del cuento de hadas. La dirección de arte intenta reproducir tanto las fantasías de las niñas como la imagen gráfica del libro clásico de cuentos. El film revisita el cuento de hadas con respeto. No lo deconstruye. No se plantea reformarlo. Sigue la historia de Perrault casi al pie de la letra. Y, en este punto, encuentro el éxito del film. En setenta y ocho minutos, Breillat recrea la escena de lectura como el espacio privilegiado de imposición del poder. Se trata, además, de un espacio oficial que está instalado culturalmente. Pero también pone en escena todas las fantasías eróticas que están detrás de esta fábula. Sin quebrar las reglas del cuento de hadas, la puesta en escena no deja dudas de la apertura de los apetitos sexuales que ocurre en “Barba azul”. No hay, sin embargo, ninguna situación gráfica que se despegue del tratamiento que el propio Perrault le da a su relato. El film de Breillat es tan descarnado y sexual como el texto original del fabulador francés. Barbe-bleu explora el traspaso a partir de aparatos culturales de comportamientos y naturalezas de género sexual. Como las niñas del film, Breillat confiesa haber sido criada con estas historias. Sin embargo, la película le deja espacio a la elección, a la capacidad de decidir. La curiosidad femenina, representada en ambos niveles narrativos, es el centro del relato de Perrault, pero también el de Catherine Breillat. Sin embargo, en este aspecto, se produce una diferencia entre los textos. El doble final de Barbe-bleu es inquietante. En el film, el relato de Perrault narrado por las niñas termina tal como el texto originalmente lo hace. Sin embargo, la muerte de una de las niñas del otro nivel narrativo ―el de la escena de lectura― ofrece una clave importante. La hermana menor, curiosamente llamada Catherine, es quien relata el cuento. Es, de las dos, la que exhibe una curiosidad sexual más desenfadada y luego produce, por accidente, la muerte de su hermana. Sin embargo, ante el llanto de Catherine, la madre viene en su ayuda. El film sugiere que, quizá, la niña muerta sea producto de la imaginación infantil. La madre no parece advertir el cuerpo de la otra niña. ¿Se trata de un deceso simbólico? ¿Un deseo simbólico? Sin lugar a dudas, Breillat hurga en zonas más profundas de lo que parecen. No se conforma con denunciar el poder masculinista que el relato de Perrault ejerce en sus lectoras, ni tampoco en cómo estos contenidos del cuento de hadas se imprimen en las niñas. Por el contrario, logra ver más allá. Más bien, decreta la muerte de modelos femeninos de dominación. Y estos modelos son desechados por las propias niñas, sus más adorables lectoras. Catherine ocasiona el accidente de su hermana mayor. Simbólicamente, asesina a la niña modelada por el cuento de hadas. Revisitar un género no es deconstruirlo. El film deja en claro que se interesa por la representación como principio mas no como efecto naturalista. Breillat vuelve al cuento de hadas para revelar sus poderes pero también para señalar sus afortunados límites.