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EL UNIVERSAL / Robert Andrés Gómez / Martes 01 de Enero
Mérida de celuloide
Mérida de celuloide
Una vez más el cine venezolano intenta ponerse al día consigo mismo. Una vez más, Mérida ofrece la posibilidad de sacar cuentas. La ciudad andina y su vocación cinematográfica cede espacios para el reencuentro, la discusión y la confrontación.Doce largometraje de ficción apuestan por el gran premio del Festival del Cine Venezolano. Ocho documentales también estarán midiéndose en una justa que arranca este domingo y se extiende hasta el próximo jueves 2 de noviembre.600 estudiantes se suman al encuentro, mientras que realizadores y creadores se aprestan a debatir el futuro del cine en Venezuela. En las pantallas se medirá lo más reciente de la factoría nacional. Un vistazo a la mirada cinematográfica que exhiben nuestros nuevos y no tan nuevos realizadores.El cine venezolano hoy día muestra de la mano de realizadores noveles otros intereses, una aproximación a géneros tradicionalmente ignorados y una vía a historias de otro tenor que escapan de la lapidaria sentencia que etiquetaba a la cinematografía local.Con Secuestro express de Jonathan Jakubowicz, el cine venezolano consiguió atrapar una vez más a su audiencia natural, algo que no pasaba desde los tiempos de Macu, la mujer del policía de Solveig Hoogesteijn y Sicario de José Ramón Novoa. El film de Jakubowicz ofrecía una mirada a la violencia bastante renovada, a medio camino entre el desenfado, lo amoral y lo trepidante.En la justa se medirán además de Jakubowicz, Solveig Hoogesteijn y Maroa (cinta que espera por su nominación al Oscar), Alejandro Saderman con El último bandoneón, Diego Rísquez y su Francisco de Miranda, Eduardo Arias-Nath y Elipsis, Jacobo Penzo con Borrador, Alexis Cadenas y Al final del día, Freddy Siso con Japón a lo lejos, Edmundo Aray y José Martí, ese soy yo, Román Chalbaud y El caracazo y José Velsaco y La ciudad de los escribanosEl inquieto Leonardo Henríquez (Tierna es la noche) mostrará fuera de competencia El infierno perfecto y de igual manera Carlos Azpúrua y Franco de Peña exhibirán fuera de concurso Mi vida por Sharon y Mi nombre es Justine, respectivamente.La diversidad de temas salta a la vista en un período que parece ser transitorio en la evolución de la cinematografía local, un período de ajustes que los creadores deben revisar a fin de conseguir mantener latente en la pantalla la presencia del cine nacional. Salvo excepciones, la mayoría de las películas reunidas en la muestra son esfuerzos titánicos con una gran demora en los tiempos de producción, una ecuación en contra que debe cambiarse para evitar perder el impulso.Como sea, será el jurado presidido por el argentino Carlos Sorín -e integrado por el colombiano Luis Ospina, Serge Sobczynski (representante del Festival de Cannes, Francia)Marilda Vera, Alfredo Anzola, Antonio López Ortega y Tarik Souki- el que revise en pantalla los aportes creativos, mientras que el grueso de los asistentes deberá posar su mirada crítica en una cinematografía en otros tiempos vibrante que clama por recuperar sus propios espacios.