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Ettore Scola dice que dejó el cine por haber perdido la admiración hacia su país
Ettore Scola dice que dejó el cine por haber perdido la admiración hacia su país
El célebre cineasta italiano fue presidente del jurado de la Semana Internacional de Cine de Valladolid
El cineasta italiano Ettore Scola, quien hasta el pasado sábado presidió el jurado de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, mostró una pesimista visión de la política y el cine en su país, antes de despedirse de la capital castellana. El autor de Una jornada particular, de 78 años, justificó su actual retirada en que ya no admira a Italia, y que para hacer películas, "hay que amar el lugar de donde se es". Scola calificó de "muy amena" su experiencia en la Seminci, y añadió que no tuvo que hacer uso de su voto preferencial para tomar la decisión final, ya que "hubo unanimidad". Conocido por su fidelidad a las ideas comunistas desde el principio de su carrera, Ettore Scola expresó una visión pesimista sobre la realidad italiana, en lo político y lo fílmico, y dijo que incluso siendo caústico, "no sería fácil hacer una película en tono de comedia sobre la actual situación mi país". En cualquier caso, el director de La terraza y La sala de baile, que ha trabajado con las máximas figuras del cine italiano en el siglo XX, asume que la influencia del cine en la sociedad es muy escasa -aunque le gustaría que desarrollara un espíritu crítico-, bastante menor "que la de la televisión, sobre todo si es el dueño de todas las cadenas", en clara alusión a Berlusconi. A pesar de que dice que ha podido mejorar en los últimos años, Scola considera que el cine italiano de hoy es sensiblemente peor que el de su época dorada en los 60 y 70. Cree que en general estamos viviendo la muerte de la pasión, ya que las nuevas generaciones de cineastas carecen de ella. Sin embargo, algunos directores jóvenes italianos "han dejado de observarse en el espejo y hacer autobiografías, y han abierto la ventana para mirar fuera y contar historias más interesantes", relacionadas con la realidad de su país. Acusó el cineasta italiano a los periodistas y críticos, al menos en parte, de darle excesiva importancia a los directores. Recordo que él trabajó como guionista durante quince años, y jamás fue nombrado en la prensa durante ese periodo. Ahora, en Italia, dice que hay más de cien directores y sólo diez guionistas, ya que no entusiasma esa falta de protagonismo. Nombró a Vittorio De Sica como su mayor influencia, no sólo por su apego al realismo, sino además, por la magia de su cine. Afirmó que un director que escribe sus guiones, no se inspira particularmente en los actores, sino que es movido por la historia. Una vez terminada la escritura, comienza a visualizar a los actores para cada papel. Él siempre trabajó con actores a quienes conocía de años, y que, además, habían hecho infinidad de películas. Expresó que es igual de difícil hacer una tragedia que una comedia, que cada género tiene sus matices, y que incluso, una comedia sin humor no aguantaría ser vista. Insistió en que hay que ayudar a los directores jóvenes, para quienes es muy difícil filmar películas. "Para un director viejo, es muy fácil filmar", aseguró.