Algo de vuelo parece haber adquirido el apartado competitivo de Cannes con las dos aportaciones de este martes, ambas financiadas por el país anfitrión, Francia. La historia -basada en hechos reales- de unos frailes franceses asesinados en Argelia en lo más álgido del conflicto islamista, dirigida por Xavier Beauvois, coincidió con el drama sentimental de Abbas Kiarostami (en la foto) Copie conforme. Ambos aprovecharon la tribuna del certamen para expresar sus respectivas solidaridades: el primero con Roman Polanski y el segundo con Jafar Panahi, causas bien distintas y distantes, aunque en ambos casos sean realizadores encerrados... Juliette Binoche está en el cartel del festival y en el de la nueva (en muchos sentidos) película de Kiarostami. Es un detalle un tanto surrealista, pero bueno... Su interpretación en este drama sentimental sobre las dificultades del amor que se desarrolla en la hermosa Toscana (Italia coproduce la cinta) ha sido casi unánimemente elogiada. Harían una bella pareja ella y Javier Bardem recogiendo los premios de interpretación el sábado próximo. Es la primera vez que el maestro iraní filma una cinta alejada de la geografía y la temática local de sus obras anteriores, y posiblemente puede ser su película más exitosa en términos comerciales. Hermosa estéticamente, como su filmografía previa, adolece de exceso de diálogos entre la improbable pareja protagonista, un escritor británico y una galerista, a los que confunden en su paseo con un matrimonio y deciden seguir el juego. Copie conforme (Copia certificada) es bonita pero demasiado larga, y un tanto aburrida. Como también lo es Des hommes et des dieux, mística crónica de unos frailes cistercienses que viven en las montañas de Argelia, en casi perfecta complicidad con sus vecinos musulmanes, a los que ayudan todo lo que pueden, pero que acaban sucumbiendo a la intolerancia y el odio religioso de los radicales islámicos que los secuestran y asesinan. Casi contemplativa, lenta y contenida, la historia de estos mártires que saben que se están jugando la vida pero no desean abandonar su monasterio, interesó a la audiencia más proclive al cine de autor sin mirar el reloj. En su "photo call" (posado ante los fotógrafos), Beauvois ha exhibido una camiseta con el apellido Polanski, recordando a su colega que está en reclusión domiciliaria en su chalet suizo a la espera de un dictamen de la justicia helvética sobre su extradición a EEUU. Esta solidaridad no es tan unánime como al principio, y otros cineastas franceses no la abrazan con el mismo entusiasmo que el director de Des hommes et des dieux. Incluso alguno se ha desmarcado claramente, y más ahora que apareció otra supuesta "víctima" del furor sexual del polaco-francés. Más unánime es la cruzada en favor de Jafar Panahi, y a ella de forma pública y decidida se ha apuntado su ilustre compañero Kiarostami, quien hasta ahora era acusado por otros directores iraníes de guardar silencio sobre la situación política de su país. No sé si tarde, pero lo ha hecho de forma contundente: "Si el gobierno de mi país sigue negándose a liberar a Jafar (lleva meses detenido en Teherán sin juicio ni acusación oficial), debería darnos una explicación, porque no comprendo cómo una película (Panahi preparaba un documental sobre el fraude electoral y las protestas contra el régimen) puede ser considerado un crimen, sobre todo si todavía no está terminado", y por si quedaban dudas, añadía el maestro iraní: "Cuando un cineasta, un artista, es detenido, es el arte en su conjunto el que resulta atacado". Jafar Panahi había sido invitado a formar parte del jurado de Cannes 2010, pero eso fue antes de que lo detuvieran. Los que finalmente si lo conformaron dejaban en su honor una silla vacía el pasado día 12.