Cannes.- Bajo la batuta del cineasta brasileño Carlos Diegues como productor, cinco directores que salen de las favelas traen a Cannes 5 x Favela, cinco visiones de la vida que se cuece en estas comunidades, caracterizadas por lo general en el cine por la miseria y la violencia. Diegues (Tieta do Agreste), que en los 90 empezó a dar clases en las favelas en colaboración con organizaciones no gubernamentales, se percató del talento de algunos de los alumnos que rodaban con las cámaras de sus móviles o con minicámaras de video y decidió convocar a una serie de prestigiosos directores como Nelson Pereira Dos Santos, Walter Salles, Ruy Guerra y Fernando Meirelles para que impartieran talleres de guión, dirección, edición, fotografía, actuación o producción. De aquel trabajo en las favelas de Río de Janeiro surge ahora la película que ayer se presentó fuera de concurso en el Festival de Cannes y en la que han participado en total 84 personas de las favelas, entre ellas los siete directores de las cinco historias que componen esta cinta colectiva, informó DPA. Se ha buscado contar el día a día de las favelas sin estereotipos, pero sin evitar problemas enquistados como la violencia o las drogas. Así, Manaira Carneiro y Wagner Moraes muestran en Fonte de Renda la historia de un joven que consigue su sueño de ingresar en la Universidad de Derecho, pero se ve tentado de vender drogas a sus compañeros de estudios para costearse la carrera. Arroz com Feijao, de Rodrigo Felha y Cacau Amaral, se centra en un niño que escucha a su padre decir que está harto de comer a diario arroz con alubias. El pequeño intenta conseguir algo de dinero con su amigo para comprar pollo. El mundo de las drogas aparece en el segmento Concerto para violino, de Luciano Vidigal, mientras que el de las bandas enfrentadas en Deixa volar, de Cadu Barcelos. En Acende la luz, de Luciana Bezerra, se habla de la falta de infraestructuras y la desatención de las autoridades en estas comunidades a través de los cortes de luz que se sufren. Según dijo Diegues, se trata de un proyecto sobre todo "artístico, cinematográfico y cultural que tiene consecuencias sociales". Orgulloso apunta que muchas de las personas que han trabajado en esta película han encontrado trabajo en el sector. "No quiero que la película guste porque los directores son pobres, sino porque es una película hermosa y sincera".