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WWW.CINEUROPA.ORG / Gabriele Barcaro / Martes 01 de Enero
Industria – Italia
Industria – Italia
El cine italiano busca nuevos caminos
Es difícil imaginar un momento más oportuno para celebrar una jornada sobre la “Economía del Cine Italiano”. Este congreso, organizado el 14 de junio por el Máster en Economía y Gestión de Medios de Comunicación, la Facultad de Economía y el Departamento de Cultura, Música y Espectáculo de la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad Tor Vergata de Roma (en colaboración con Anica y la Roma Lazio Film Commission) llega de hecho en un momento de “violentas polémicas contra los recortes a la cultura” (según las palabras de Giovanni Spagnoletti, profesor de dicha universidad y director del Festival de Pesaro). Recortes que amenazan asimismo al cine – el fondo destinado a la cultura disminuirá hasta los 307 millones de euros en 2011 – y hacen necesario un debate sobre el estado (y el futuro) de todo el sistema. El objeto de las conversaciones, más que la comparación con otros países, sobre todo Francia, reside en algunos elementos del sistema italiano. Algunos de carácter estético (como el avance del digital, que ha democratizado el acceso al cine de los jóvenes talentos, aunque aún está más o menos fuera del mercado), pero sobre todo de tipo económico, como la decadencia de los cineclubs, unido en buena medida a las salas de los centros históricos. Pantallas que se “apagan”, cada vez con más frecuencia, por los costes del alquiler y de gestión, imposibles de afrontar, causando un empobrecimiento cultural y “emocional”, como ha revelado el análisis práctico de Barbara Corsi. Dominio por tanto de los multicines, urbanos o de periferia, con la consiguiente victoria de las superproducciones estadounidenses. Pero es mejor no generalizar, ya que el cine de calidad ha demostrado tener un muy buen rendimiento en aquellas salas en las que los exhibidores han acostumbrado al público a la convivencia con obras más comerciales. Dichas salas se han hecho con buenas porciones de mercado, dignas de los añorados cines de ciudad. Otro elemento sobre el cual se ha hablado es el papel de los productores independientes, que ha contado con la participación de tres figuras de primer plano de la industria italiana: “Hoy día, el productor independiente padece esquizofrenia”, argumenta Francesca Cima, que dirige Indigo Film con Nicola Giuliano, “entre una crisis estructural y el optimismo de algunos datos importantes, como el resurgir de un cine de medio tamaño que llega al público y el aumento del cine de calidad, con producciones que en el extranjero nos envidian”. Así como que “desde hace algunos años hemos encontrado un renovado interés por parte de los mercados extranjeros”, agrega Andrea Occhipinti, presidente de Lucky Red, cada vez más ocupada en la producción de cine de calidad, tanto italiano (La prima linea) como europeo (La cinta blanca, Venus Noire, de Abdel Kechiche). Con respecto a los costes del cine de calidad, que algunos señalan que son excesivamente altos, Mario Gianani, que con el director Saverio Costanzo ha fundado la compañía Offside - con la cual produce, además de las obras de Costanzo (La soledad de los números primos), a autores jóvenes y consagrados (Vincere, de Marco Bellocchio), se interroga “¿costamos muchos en comparación con qué? Con China, quizás, pero nosotros estamos en un país civil, en el cual además de los gastos se tienen en cuenta las contribuciones y muchos otros gastos. Lo que es seguro, y nos damos cuenta cuando viajamos, es que es mucho más caro rodar en Francia o Alemania”. ¿Que hay de la acusación (formulada últimamente sobre todo por la prensa de derechas, aunque el populismo inherente a esta protesta ha sido seguida por la izquierda) de que el cine es una industria parasitaria? “La gran pena que tenemos los productores es no haber podido afirmarnos como empresarios. Nos siguen viendo como derrochadores de dinero público, no como productivos. Del mismo modo, es una lástima no haber logrado que la opinión pública aprecie el nexo entre el renacimiento de nuestro cine y la afirmación de los nuevos productores que han empezado a trabajar de un modo distinto que en el pasado”, ha añadido Gianani. Por su parte, Occhipinti habla directamente de un problema de “mala comunicación” y acusa a la falta de profesionalidad de quienes, con mala fe, “con información parcial daña una industria de la que con demasiada frecuencia se infravalora su aportación e importancia económica”. ¿Pero cuáles son hoy día los problemas del sistema cinematográfico italiano? Cima subraya que los gastos de distribución (“hoy día suponen aproximadamente una tercera parte del presupuesto total de una cinta”), mientras que Gianani no tiene dudas: “Querríamos tener más interlocutores, más de dos distribuidoras, y que no controlen todo el proceso”, dice en referencia a Mediaset/Medusa y Rai Cinema/01. Pero hay más: “El nuestro es un mercado que no dispone de datos. Aunque se trate de dinero público, no sabemos cuánto paga la Rai como televisión por una película de Rai Cinema”. En el banquillo de los acusados, por tanto, las televisiones (“Se han perdido las emisiones por la noche de películas que den a conocer a los más jóvenes un lenguaje distinto”, apunta Occhipinti, que señala la “lucha a la evasión del canon” como una herramienta para recoger fondos) y la política, que, según Mario Sesti, responsable de la sección Extra del Festival de Roma, “desde mediados de los 70 ha comprendido que el medio con mayor fuerza de persuasión es la televisión. Y de este modo la clase dirigente ha abandonado el cine, siguiendo un plan concreto”.