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El homenaje a Tim Burton opaca aún más al difícil film de Guerín 'En la ciudad de Silvia'
El homenaje a Tim Burton opaca aún más al difícil film de Guerín 'En la ciudad de Silvia'
La única cinta iberoamericana en competencia en Venecia pasa desapercibida ante el Homenaje a Tim Burton
La única representante latina en la competencia por el León de Oro este año, En la ciudad de Silvia , film distante de la mayoría de lo visto hasta ahora aquí por la extrema austeridad de su historia -un hombre que busca por las calles a una chica con la que se cruzó tiempo atrás- y su ausencia casi absoluta de diálogos, no ha sido demasiado bien recibida este miércoles en el Lido veneciano. Algunos aplausos, pero no pocos abucheos siguieron a la proyección del film de José Luis Guerín, rodado en la hermosa pero fría ciudad de Estrasburgo. Para colmo, al cineasta catalán que siempre se ha caracterizado por films minoritarios de los que alaban hasta el paroxismo los críticos más sesudos, le tocó competir en interés mediático nada menos que con Tim Burton, quien recibió un León de Oro por su carrera (en la foto). Un motivo más para que la producción española pasara bastante desapercibida. En la ciudad de Silvia es la historia de un hombre que regresa a la ciudad francesa de Estrasburgo para reencontrarse con un antiguo amor fugaz de cuatro años atrás, pero esta búsqueda sin rumbo -porque no sabe muy bien como localizarla- le llevará de una mujer a otra, mientras recorre sus calles empapándose del triste ambiente de esta ciudad gala fronteriza con Alemania. La película tiene como protagonistas principales a Pilar López de Ayala, Xavier Lafitte, Gladys Deussner y un cuarto protagonista: el sonido de la ciudad, campanas, voces en diferentes idiomas, coches, bicicletas (Estrasburgo está lleno de ellas), el tranvía... porque el film tiene más de ruídos urbanos que de palabras comprensibles, de diálogos. Los pocos que hay, en buena lógica, son en francés. Reconoce Guerín que lo suyo va contracorriente y se enorgullece de ello, ya que lo que él busca en medio de un cine que considera "para consumidores, no para espectadores" es otra forma de narrar y sugerir, "crear un espacio de serenidad adecuado para poder relacionarte con las ideas, con las imágenes, con los sonidos". Sin embargo, respecto de los que puedan acusarle de minoritario, contraataca diciendo que nada más sencillo y accesible que su En la ciudad de Silvia, tanto que según él la puede entender hasta un niño, por su sencillez. "El reto para el espectador -ha dicho- es el de aceptar la sencillez de la trama. Si se acepta, se pueden leer las imágenes y el sonido. Reivindico ese cine". Para algunos colegas, como el representante de la agencia francesa AFP, En la ciudad de Silvia está "inspirada por el cine de Eric Rohmer", pero el propio Guerín ha asumido otra "paternidad" también esbozada por la prensa, la del recientemente fallecido Antonioni. No obstante, el cineasta catalán ha mostrado sus simpatías para Rohmer, quien fue duramente criticado por la mayoría de los especialistas tras el pase en este mismo festival de Les Amours d'Astrée et de Céladon. "Cada vez está más en la política cultural de los diarios enviar a corresponsales que no hablan el idioma del cine y además no se limitan a hacer una crónica objetiva desde la humildad, sino que se sitúan en un pedestal desde el que juzgan con un impudor doloroso", ha lanzado Guerín respecto del francés, pero de paso curándose en salud por lo que a él le espera. La otra cinta a concurso del día fue como pasar del gris cielo alsaciano al sol del Caribe, o sea, lo justamente opuesto. Sukiyaki Western Django, hará las delicias quizás de esos "consumidores" que diría Guerín. Se trata del homenaje al "espagueti western" de Leone y compañía a cargo de Takashi Miike, uno de los cineastas de cabecera de Quentin Tarantino, quien por cierto tiene un papelito. Aquí tampoco es que sobren los diálogos, pero en cambio sí las batallas, las peleas coreografiadas hasta el límite de lo creible y la sangre en abundancia. Se trata de narrar así el violento conflicto, por la propiedad de una mina de oro, entre dos clanes del Japón rural. Sólo para amantes del género. Cerca del medio siglo de vida, Tim Burton es ya un icono sin parangón en el mundo del cine. Original, disperso, un poco loco, a veces genial a veces no tanto, el siempre despeinado cineasta norteamericano ha dibujado una carrera repleta de recetas absolutamente diversas: comedias desaforadas, dramas romántico-góticos plenos de sentimentalismo contagioso, terror del que bebía Poe, animaciones negras y entrañables... Al presentarlo este miércoles, el director de la Mostra, Marco Müller ha hecho especial hincapié en su inimitable originalidad. Para agradecer las devotas palabras del por cuarto -y quizás último- año "capo" del certamen adriático, Burton no dudó en decir que prefería este dorado león alado que un también refulgente "hombre desnudo", refiriéndose al Oscar, ese caballero con espada que hasta el momento le ha sido esquivo.