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WWW.ELCONFIDENCIAL.COM / Marta Medina, Riviera Maya / Domingo 12 de Mayo
El presidente de la Academia de Hollywood: 'Ahora Netflix está comprando cines'
El presidente de la Academia de Hollywood: 'Ahora Netflix está comprando cines'

En los dos años en los que Bailey ha presidido la institución ha tenido que enfrentarse a múltiples polémicas.

 

 

En los casi dos años que lleva como presidente de la Academia de Hollywood, a John Bailey le ha tocado apagar más fuegos que a ningún otro de sus antecesores. A los pocos meses de su llegada al cargo estalló el escándalo Weinstein, a lo que siguió el movimiento #MeToo, que ha acabado trascendiendo los límites de la meca del cine y se ha propagado a otros países y sectores culturales —la industria editorial y musical, entre otras—, y que ha supuesto la expulsión de la Academia de tres de sus miembros: Roman Polanski, Weinstein y Bill Cosby. De cara a la pasada edición de los Oscar, el Patronato de la Academia propuso la inclusión de una nueva categoría que premiara "la película más popular". Ante el aluvión de críticas, Bailey tuvo que recular. También propuso acortar la —interminable— gala de los Oscar otorgando algunos de los premios durante la publicidad. Bailey tuvo que recular. Al fuego se sumó el desencuentro entre las plataformas de contenidos —especialmente Netflix, que esperaba una estatuilla a mejor película para Roma— y la industria sobre los requisitos para concurrir a los Premios de la Academia y, para cerrar —de momento— la racha nefasta, la ceremonia se quedó sin presentador por primera vez desde 1989 después de que el cómico Kevin Hart, el maestro de ceremonias elegido, dimitiese a raíz de una serie de tuits homófobos. Ni un respiro para Bailey.

 

Más relajado, en su visita a los Premios Platino del cine iberoamericano, que se entregan este domingo en la Riviera Maya mexicana, Bailey repasa resignado una a una las polémicas a las que ha tenido que hacer frente en su corto mandato. "Lo que empezó como el caso Weinstein hizo que todo el mundo, y no solo la industria del cine, se concienciase mucho más sobre lo que ha ocurrido durante décadas en Hollywood y en los festivales: los sofás en la sala de cásting, las mujeres abusadas. Es terrible y la Academia ha determinado que teníamos que posicionarnos así que hemos revisado los estándares de conducta", admite. Él mismo se enfrentó a principios del año pasado a una investigación a causa de tres denuncias por acoso sexual de las que la propia Academia lo acabó exonerando.

 

Estos estándares de los que habla Bailey son los que han llevado a la expulsión de Polanski, Weinstein y Cosby. Y si bien los dos últimos han aceptado la decisión de la institución, el primero ha emprendido acciones legales. "A Polanski lo expulsamos de la Academia hace un año. Él apeló la decisión a través de un vídeo, la Academia escuchó su apelación, la debatimos, volvimos a votar y decidimos mantener la expulsión. Subsecuentemente, ahora que acaba de terminar en Francia su película sobre el caso Dreyfus, apeló a la Corte Suprema de Los Ángeles y este jueves o viernes pasado presentó una querella contra la Academia para que lo readmitamos, aduciendo que la expulsión es ilegal e impropia", desvela. Al ser un proceso abierto, Bailey no quiere revelar más datos.

 

A dos días del comienzo del Festival de Cannes, que otro año más ha dejado clara su oposición a la participación de títulos producidos para las plataformas, Bailey demuestra un posicionamiento más conciliador en la lucha entre la industria tradicional y Netflix, HBO, Amazon y compañía. "En mi opinión, a la gente le gusta crear falsas polémicas", sentencia. "Yo no diría que en la Academia hubiera un debate abierto [sobre las plataformas]. Desde hace siete u ocho años hemos seguido una regla muy sencilla: un film de plataforma puede concurrir a la nominación a mejor película en los Oscar siempre y cuando se haya proyectado en al menos una sala en Los Ángeles durante, como mínimo, una semana. Pudiendo, además, estrenarse en su plataforma al mismo tiempo. Y eso no creo que sea una regla muy restrictiva. Creo que lo que ha pasado es que Netflix quería el reconocimiento de los Oscar y ahora están entendiendo, de una manera incontestable, que un estreno en salas de sus mejores películas —no digo todas, pero sí sus mejores— es importante, no por el prestigio de los premios, sino por la atención que conlleva un estreno en cines. Y por eso Netflix acaba de comprar un cine en Los Ángeles, el Egyptian Theatre de Hollywood. Por otro lado, los estudios están lanzando sus propios servicios de ‘streaming’: Disney, Paramount, Amazon…".

 

"En el Patronato de la Academia decidimos el mes pasado que este año no vamos a hacer ningún cambio en relación a las reglas para que una película pueda optar al Oscar", prosigue. Y no es una decisión conservadora, sino un posicionamiento inteligente. Las cosas están cambiando muy deprisa y la nueva realidad es muy difusa y creo que no es un buen momento para cambiar de criterios. Tenemos que mirar, escuchar y ver adónde lleva todo esto. Lo importante es si la película es buena".

 

Bailey, con una larga trayectoria como director de fotografía, es consciente del cambio de modelo que está sufriendo la industria y que evidencia la hegemonía en taquilla de superproducciones y sagas al estilo 'Los vengadores' —cuya última entrega ya se ha convertido en la segunda película con más recaudación en salas de la historia—, pero que apenas tienen representación en los Oscar. De ahí la idea de una nueva categoría para reconocer cómo estos 'blockbuster' son el salvavidas de un modelo en crisis.

 

"Los estudios se arriesgan menos y hacen sólo películas de gran presupuesto, pero eso también da una oportunidad a las pequeñas productoras independientes. Ya no hay una clase media como la que había en la época dorada de Hollywood de los 30, 40 y 50, donde se rodaban dramas que acabaron formando parte de la cultura popular. Tienes a un lado Black Panther y Los vengadores, que son películas muy bien hechas y que el público adora, y en el otro pequeñas películas, normalmente extranjeras", analiza Bailey. "Cada vez hay menos estudios, pero son más grandes. Creo que no es algo exclusivo del cine. Creo que es algo que está pasando en todo el mundo, pero sobre todo en los medios de comunicación de todo tipo. Las cosas se han reducido a una densidad nuclear. Y cuanto menos entidades hay y más poderosas son hay menos variedad y menos intercambio de información, menos puntos de vista".

 

Aun así, es difícil ignorar las filias de un público que apoya masivamente las películas de gran presupuesto frente al cine más autoral. "No sé si en un futuro habrá categoría de película más popular. El Patronato de la Academia ha discutido sobre este aspecto durante meses. En la primera edición de los Oscar había dos categorías de mejor película: una a la película sobresaliente y otra a la producción única y artística. Al año siguiente la Academia lo cambió, pero ya existía ese debate. Personalmente, yo creo que es una pena que todo el mundo se soliviantase [por la posibilidad de añadir la nueva categoría]", lamenta. "La gente siempre se queja de que en la Academia somos muy conservadores, pero en estos dos años que llevo en la Presidencia he intentado llevar a cabo cambios, como acortar la gala entregando varias categorías —que irían rotando— de manera más rápida, y mi propio gremio, el de los directores de fotografía, se enfadó y me obligó a recular. Pero tener este tipo de debates es importante. De lo que me he dado cuenta en estos dos años es que si haces algo, mal, y si no lo haces, también mal".