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El animador chileno Tomás Welss en Venezuela
El animador chileno Tomás Welss en Venezuela
En el marco del II Festival Latinoamericano de Cortometrajes de Barinas, el animador chileno Tomás Welss dicta un taller en Venezuela antes de rodar su primer largo
El cineasta y animador chileno Tomás Welss es uno de los especialistas en el género más apreciado en el exterior. Ha recibido premios internacionales y se le han dedicado ciclos monográficos como el que ahora protagoniza en el marco del II Festival Latinoamericano de Cortometrajes de Barinas (Venezuela), donde este lunes ha iniciado un taller, en el que espera transmitir conceptos básicos sobre "animación, manejo de tiempos, ritmo y musicalidad". Tras varios exitosos cortos animados, Welss prepara ahora su paso al largo de la mano de una historia que le permitirá "acceder a un mundo onírico cuya atmósfera es mucho más fácil a través de la animación". A diferencia de otros creadores actuales, Tomás Welss apuesta decididamente por las dos dimensiones sobre papel, ya que considera que el uso del lápiz "es fundamental y básico antes de lanzarte a otros medios". Opina que el dibujo tradicional ayuda mucho más a despertar la imaginación, ya que para él "quienes se lanzan directamente a usar una computadora para hacer animación considero que están alienados". "Yo también – añade- la utilizo, pero sólo para hacer la postproducción. Es necesario el 2-D antes de pasar al 3-D, y de hecho todas las grandes superproducciones por computadora que conocemos ahora, como la saga 'Shrek' o las películas de Pixar, han nacido primero con esos personajes dibujados sobre papel". Cree Welss que la animación es un género que exige una profunda vocación: "El número de cortos animados en cualquier evento, como este de Barinas por ejemplo, es pobre. Apenas llega a un 10% de los trabajos presentados, y el motivo es que hay muchos menos que de ficción. No se trata sólo de una cuestión de presupuesto, sino que la animación exige una mayor dedicación, más tiempo, y mucha gente no está dispuesta. Te tiene que apasionar". Hijo de un pintor, que siempre le empujó a dibujar desde la infancia, Tomás Welss piensa que su pasión por plasmar la realidad y la imaginación en el papel siempre ha sido también algo muy personal. "Observaba mucho desde niño, y al llegar a la Escuela de Arte, salió todo como un torrente", afirma. El movimiento considera que ya estaba en sus dibujos desde entonces, a pesar de que no entró a profundizar en las técnicas de animación hasta que –tras acabar los estudios de Arte en la Universidad de Chile- obtuvo una beca de tres años en Alemania. "Allí –comenta- hice cuatro cortos mientras estudiaba. A veces los muestro, porque creo que son la base de lo que luego ha sido mi trabajo". Durante un par de años, a su regreso de Alemania, el cineasta chileno trabajó en el mundo de la publicidad, una etapa de la que no le ha quedado un gran recuerdo. "No, no me gustó –asegura-. Especialmente por la gente que se mueve en ese mundo, arrogante y despótico. Todo lo quieren "para ayer". Luego me ofrecieron dar clases en la Universidad y no me lo pensé. Volvería quizás a hacer comerciales, pero sólo si me dieran más libertad… y sobre todo más tiempo". El ciclo que le dedica el II Festival Latinoamericano de Cortometrajes de Barinas está integrado por sus cortos Verde que te quiero, Manos libres, Reunión y Circo, al que se une –en la competencia oficial- su último trabajo, Pasta. En el taller que ha comenzado este lunes se han matriculado 35 personas, desde estudiantes de audiovisuales a amas de casa, un número que Welss considera sorprendentemente alto. A lo largo de tres días cree que apenas podrá salir de éste un par de "story-boards", "porque producir algo en este corto tiempo es imposible". Tras recibir una ayuda en su Chile natal para la preproducción de su primer largo, Deseo capital, que ha coescrito junto a uno de sus ex alumnos, ahora está completando su financiación. Podría ser una coproducción entre Chile, Argentina, Brasil y quizás Venezuela, si fructifican los contactos que está teniendo estos días aquí. "Se trata de una historia tal vez más convencional que las de mis cortos. Trata de un tipo que perdió a su familia y se siente culpable. A través de sus sueños puedo acceder a un mundo onírico cuya atmósfera es mucho más fácil a través de la animación".